2 Rey. 20:1-11; Isa 38:1-8.
Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de
que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las
cosas que te agradan. Y lloró Ezequías con gran lloro. (2 Rey. 20:3).
En medio de su próspero reinado, el rey Ezequías se
vio repentinamente aquejado de una enfermedad fatal. Estaba " enfermo para
morir", y no había remedio para su caso en el poder humano. Parecía
perdido el último vestigio de esperanza cuando el profeta Isaías se presentó
ante él con el mensaje: "Jehová dice así: Ordena tu casa, porque tú
morirás, y no vivirás".
La perspectiva parecía sombría en absoluto; y sin
embargo podía el rey orar todavía a Aquel que había sido hasta entonces su
"amparo y fortaleza", su "pronto auxilio en las
tribulaciones" (Sal. 46:1). Así que "volvió él su rostro a la pared,
y oró a Jehová . . . ".
Aquel cuyas "compasiones nunca se acaban"
oyó la oración de su siervo. "Y antes que Isaías saliese hasta la mitad
del patio, fue palabra de Jehová a Isaías, diciendo: Vuelve, y di a Ezequías,
príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu
oración, y he visto tus lágrimas: he aquí
yo te sano. . . " El profeta volvió
gozosamente con palabras de promesa y de esperanza. Ordenó que se
pusiese una masa de higos sobre la parte enferma, y comunicó al rey el mensaje
referente a la misericordia de Dios y su cuidado protector (Profetas y Reyes,
págs. 252, 253).
Los que buscan la salud por medio de la oración no
deben dejar de hacer uso de los remedios puestos a su alcance. Hacer uso de los
agentes curativos que Dios ha suministrado para aliviar el dolor y para ayudar
a la naturaleza en su obra restauradora no es negar nuestra fe. . . Dios nos ha
facultado para que conozcamos las leyes de la vida. Este conocimiento ha sido
puesto a nuestro alcance para que lo usemos. Debemos aprovechar toda facilidad
para la restauración de la salud, sacando todas las ventajas posibles y
trabajando en armonía con las leyes naturales. Cuando hemos orado por la
curación del enfermo, podemos trabajar con energía tanto mayor, dando gracias a
Dios por el privilegio de cooperar con él y pidiéndole que bendiga los medios
de curación que él mismo dispuso (El Ministerio de Curación, pág. 177). 241
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVt2wsKuNQyS_NzoE2HUr23o
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