Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba. (Proverbios 31:28).
Es cierto que las ruedas de la maquinaria doméstica no siempre andan suavemente; hay mucho que pone a prueba la paciencia y desgasta las fuerzas.
Pero, aunque las madres no sean responsables por las circunstancias sobre las cuales no tienen control, no tiene sentido negar que las circunstancias hacen una gran diferencia para las madres en su tarea de la vida.
Pero se las condena cuando se permite que las circunstancias dirijan y menoscaben sus principios cuando se cansan y son infieles a su elevado cometido, y descuidan el deber que conocen.
La esposa y madre que supera noblemente las dificultades bajo las cuales otras se hunden por falta de paciencia y fortaleza para perseverar, no sólo se fortalece al hacer su tarea, sino que su experiencia para vencer tentaciones y obstáculos la califica para ser una ayuda eficiente a otros, tanto por palabras como por su ejemplo.
Muchos que trabajan bien bajo circunstancias favorables parecen experimentar una transformación de carácter bajo la adversidad y la prueba; se deterioran en proporción a sus pruebas.
Dios nunca quiso que fuéramos juguete de las circunstancias...
La auténtica esposa y madre... realizará sus tareas con dignidad y alegría, sin considerar que puede ser degradante para ella hacer con sus manos lo que sea necesario para tener una casa bien ordenada.
Si mira a Dios buscando fortaleza y apoyo, y en la sabiduría y el temor de Dios busca hacer su tarea diaria, ligará a su esposo a su corazón, y verá que sus hijos llegan a la madurez como hombres y mujeres honorables, con fuerza moral para seguir el ejemplo de su madre.
No hay nada en esta vida que sea cuestión de suerte; la cosecha será determinada por el carácter de la semilla que ha sido sembrada...
Madres, ustedes están desarrollando el carácter.
El compasivo Redentor las está observando con amor y simpatía, listo para oír sus oraciones y brindar la asistencia que necesitan en la tarea de sus vidas.
Amor, gozo, paz, paciencia, bondad, fe y amor fraternal son los elementos de un carácter semejante al de Cristo.
Estas preciosas gracias son los frutos del Espíritu. Son la corona y el escudo del cristiano.
El sueño, más elevado de las más exaltadas aspiraciones no pueden apuntar a nada más elevado.
Nada puede dar más perfecto contentamiento y satisfacción.
Estos logros celestiales no dependen de las circunstancias, ni tampoco de la voluntad o del imperfecto juicio del hombre.
El precioso Salvador, quien entiende las luchas de nuestro corazón y las debilidades de nuestra naturaleza, se compadece y perdona nuestros errores, y derrama sobre nosotros las gracias que deseamos fervientemente.
-Health Reformer, agosto de 1877. RJ165/EGW/MHP 166
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=Jo1DzzAQIfU&list=PLtrFh-HO7ogAi4YKz7zJQjd1Lir1aFaVt&index=8&pp=sAQB
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