Porque
Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad. (Filipenses 2:13).
Necesitamos Comprender,
Mucho Más de lo que
lo hacemos, los asuntos que están
en juego con el conflicto en el cual nos hallamos
comprometidos., Necesitamos
comprender más plenamente el valor de las
verdades que Dios ha dado
para este tiempo y el peligro de permitir
que nuestras mentes sean
desviadas de ellas por el gran
engañador.
El infinito
valor del sacrificio requerido por nuestra redención revela el
hecho de que el pecado es un tremendo mal. Por el
pecado todo el organismo humano se trastorna, la mente se pervierte, la imaginación se
corrompe.
El pecado ha degradado
las facultades del alma. Las tentaciones
exteriores encuentran respuesta dentro del corazón, y los pies se dirigen imperceptiblemente hacia el
mal.
Así como el sacrificio en nuestro favor fue completo, así nuestra
restauración
de la contaminación del pecado ha de ser completa. No
hay acto impío
que la ley excusará; no hay iniquidad que escapará a su
condenación.
La vida de Cristo fue un cumplimiento perfecto de cada precepto de la ley.
Él dijo: "Yo he guardado los
mandamientos de mi Padre" (Juan 15:10).
Su vida es
nuestra norma de obediencia y servicio. Sólo Dios puede renovar el corazón. "Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer
como el hacer, por su buena voluntad". Pero se nos ordena: "…Ocupaos en vuestra salvación" (Filipenses
2:13,12).
Lo torcido no
puede ser enderezado, ni puede
efectuarse la reforma del carácter, mediante unos
pocos esfuerzos débiles e intermitentes... La lucha por
la victoria sobre el yo, por la santidad y el cielo, es una lucha de toda la vida.
Sin
esfuerzo continuo y actividad constante no
puede haber progreso en la vida divina, ni puede obtenerse la corona del vencedor.
La evidencia más poderosa de la caída del
hombre de una
condición más elevada es el hecho de
que cuesta
tanto regresar.
El camino de
regreso puede recorrerse únicamente por medio de duras luchas, pulgada a
pulgada, cada hora.
Por un acto momentáneo de la voluntad uno puede colocarse en el
dominio del mal; pero se
requiere Más que un
acto momentáneo de la
voluntad para romper
estos grillos y alcanzar una
vida más elevada y más santa.
Se puede
formar el propósito y comenzar la obra, pero su realización exigirá esfuerzo, tiempo y perseverancia,
paciencia y sacrificio.
Acosados por
tentaciones sin número, debemos resistir fuertemente o ser derrotados... La santificación de Pablo fue el resultado de un constante conflicto con el yo. Él dijo: "…Cada día muero" (1 Corintios
15:31).
Su voluntad y
sus deseos entraban cada día en conflicto con el deber y la voluntad de Dios. En vez de seguir su inclinación, él hizo la voluntad
de Dios, sin importar cuánto crucificara
su propia naturaleza. Dios conduce a su pueblo paso a paso. Testimonies, t. 8, págs. 312, 313. RJ283/EGW/MHP
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