Jueces 9:1-40.
I. Origen.
II. Diferencias Familiares.
III. Caudillo De Israel.
IV. Guerra Con Amón.
V. Promesa Temeraria.
VI. Derrota De Amón.
VII. Víctima De La Promesa.
I.- ORIGEN
1 JEFTÉ galaadita era esforzado y valeroso; era hijo de una mujer ramera, y el padre de Jefté era Galaad.
*Jefté. Literalmente, "él abrirá". Algunos piensan que este nombre podría haber sido una forma corta de Jefte-el (Jos. 19: 14, 27), que significa "Jehová abrirá".
Ramera.
Su madre no tenía siquiera la posición de concubina o esposa inferior. Era una mera prostituta, y por eso parece que el padre llevó al niño a su casa y lo crió allí, indicando así su deseo de tratarlo como a un hijo legítimo.
El Padre De Jefté Era Galaad.
En este pasaje Galaad es una persona. Todas las otras veces que aparece en este relato, excepto en el vers. 2, se refiere a la región de Galaad. Manasés tenía un nieto de nombre Galaad, y por él se llamó Galaad a esta zona (Núm. 26: 29, 30; Jos. 17: 1; 1 Crón. 7: 14-17). Pero es poco probable que él hubiera sido el padre de Jefté. Si así fuera, los acontecimientos aquí registrados con referencia a Jefté tendrían que haber estado entre los primeros del libro de Jueces. Resulta difícil que sólo transcurrieran cuatro generaciones desde la opresión en Egipto hasta este punto en el período de los Jueces. Es probable que el padre de Jefté fuera otro hombre de la tribu de Manasés, que también llevaba el conocido nombre tribal. Debiera notarse que la narración comienza unos años antes para explicar algo acerca de la familia de Jefté.
II.- DIFERENCIAS FAMILIARES
2 Pero la mujer de Galaad le dio hijos, los cuales, cuando crecieron, echaron fuera a Jefté, diciéndole: No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer. 3 Huyó, pues, Jefté de sus hermanos, y habitó en tierra de Tob; y se juntaron con él hombres ociosos, los cuales salían con él.
2. La mujer de Galaad.
Esta era su esposa legítima, con la cual tuvo después varios hijos.
Echaron fuera a Jefté.
Después que los hijos legítimos crecieron, y quizá después de la muerte del padre, echaron a Jefté de la casa para impedir que compartiese la heredad, aunque el padre, al traer a Jefté a la casa, evidentemente deseaba considerarlo como hijo legítimo. La actitud de estos hermanos con toda probabilidad estaba en armonía con 372 las leyes y tradiciones familiares de la época, y puede haber encontrado cierto apoyo en la rigurosa interpretación de la ley de Moisés (Deut. 23: 2, 3).
Otra mujer.
Puede referirse sencillamente a otra mujer que no era la esposa legal, o podría también dar a entender que era de una raza extranjera.
3. Tob.
Un lugar llamado Is-tob figura en la lista de pequeños Estados arameos al este del Jordán, de entre los cuales los amonitas consiguieron tropas mercenarias para pelear contra David (2 Sam. 10: 6-8).
Hombres ociosos.
Literalmente, "hombres vacíos", es decir, pobres, sin propiedades ni empleo, ni preparación para ganarse la vida, fuera de su habilidad para pelear. No eran necesariamente hombres carentes de cualidades morales, sino más bien que no habían prosperado, por lo cual vivían desconformes y necesitados.
Salían con él.
"Hacía correrías con él" (BJ). En cierto sentido eran aventureros que se ganaban la vida como mercenarios, espías o guardias. Como más tarde lo haría David (1 Sam. 22: 1,2; 25:1-35), recibían presentes a cambio de proteger a los ricos de los ladrones o por repeler pequeñas incursiones de los invasores del desierto. Con estas actividades Jefté se granjeó la reconocida fama de ser valiente, sagaz y emprendedor. En la Epístola a los Hebreos (1 l: 32) se lo menciona como hombre de fe.
III.- EL CAUDILLO DE ISRAEL
4 Aconteció andando el tiempo, que los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel.
5 Y cuando los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob;
6 y dijeron a Jefté: Ven, y serás nuestro jefe , para que peleemos contra los hijos de Amón.
7 Jefté respondió a los ancianos de Galaad: ¿No me aborrecisteis vosotros, y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, venís ahora a mí cuando estáis en aflicción?
8 Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Por esta misma causa volvemos ahora a ti, para que vengas con nosotros y pelees contra los hijos de Amón y seas caudillo de de todos los que moramos en Galaad.
9 Jefté entonces dijo a los ancianos de Galaad. Si me hacéis volver para que pelee contra los hijos de Amón, y Jehová los entregare delante de mí. ¿seré yo vuestro caudillo?
10 Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Jehová sea testigo entre nosotros, si no hiciéramos como tú dices.
11 Entonces Jefté vino con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo eligió por su caudillo y jefe; y Jefté habló todas sus palabras delante de Jehová en Mizpa.
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Vers. 4-11.
4. Andando el tiempo.
Transcurrieron años hasta que las incursiones de los amonitas en territorio de Israel llegaron al punto donde el autor había dejado su narración (cap. 10: 18), a fin de relatar algo de la historia de Jefté.
5. Los ancianos.
Los jefes de familias y de clanes.
Fueron a traer.
Los ancianos habían estado buscando a alguien que organizara el ataque contra los amonitas, pero ninguno de los habitantes de Galaad tenía las habilidades ni la fama como para ganarse la confianza de los jefes de las tribus a fin de dirigir la azarosa empresa. Todos habían oído de las proezas de Jefté y de su grupo de guerreros, y al elegir un dirigente, la elección recayó en él.
6. Jefte.
Heb. qatsin, de la raíz qatsah, "decidir", "juzgar". Es probable que su primera tarea fuera la de presidir en la guerra. Estaban dispuestos a concederle poderes dictatoriales mientras durara la guerra. En ese sentido lo estaban invitando como mercenario.
7. Me hechais.
Es evidente que Jefté había sido echado no sólo de su casa, sino también de su tribu y de su país, porque los derechos tribales y hereditarios se acompañaban. Cuando una persona era expulsada de su casa, era proscrita, nómada, ya no tenía familia que la ayudase ni protegiera sus posesiones.
También se ve que los ancianos de Israel habían apoyado a los hermanos de Jefté cuando éstos lo habían echado de su casa, porque él los acusa de haberlo aborrecido y de haber consentido en que fuera expulsado. Aún creía que se había actuado injustamente con él; aunque no se hubiera violado la letra de la ley, habían ignorado los deseos de su padre.
El pretexto del derecho legal muchas veces no es más que un disfraz de los peores males y las heridas más profundas.
8. Por esta misma causa.
No se sabe con exactitud si la respuesta de los ancianos se refiere a la primera o a la segunda parte de lo que Jefté acaba de decir. Puede entenderse en ambas formas. Si se refiere a la primera parte, reconocieron que no lo habían tratado correctamente, y "por esta misma causa" querían reparar su mala acción; si se toma en el segundo sentido, quisieron decir: "Así es; pero como estamos en gran aprieto acudimos a tí en busca de ayuda para proteger nuestro territorio".
Seas caudillo.
Además del primer ofrecimiento de ser el jefe militar (vers. 6), prometen nombrarlo caudillo de todos los clanes de Galaad, tanto en la paz como en la guerra.
9. ¿Seré yo vuestro caudillo?
El patriotismo de Jefté no parecería haber sido totalmente desinteresado. Pero, considerando que antes se lo había expulsado de su tribu y se le había negado su herencia, buscaba alguna garantía de que la promesa se cumpliría. Deseaba estar seguro de que no hubiera incomprensión alguna. Era prudente que entonces hiciera un arreglo para el futuro, ya que trataba con personas de las cuales tenía razón para desconfiar.
Aunque en lo que pidió Jefté pudo haber cierto elemento de egoísmo, su prudencia al querer dejar en claro el trato antes de proseguir con lo propuesto debería imitarse más a menudo. Los cristianos demuestran sabiduría cuando son claros y explícitos en sus 373 convenios para que después no pueda haber lugar a dudas o recriminaciones. El Señor es Dios de orden y claridad, no de ambigüedad.
10. Jehová sea testigo.
Literalmente, "Jehová sea oidor entre nosotros". "Yahveh sea testigo entre nosotros" (BJ). El Señor debía tomar nota de su convenio y vigilaría entre ellos cuando no estuvieran juntos, para que cumplieran su promesa (ver Gén. 31: 49). Los ancianos pidieron al Señor, a quien acababan de renovar su lealtad, que fuera testigo de que aceptaban las condiciones de Jefté.
11. Lo eligió por su caudillo.
La promesa de los ancianos fue confirmada por el pueblo, el que instituyó a Jefté como dirigente civil y militar de las tribus que vivían al este del Jordán.
Habló todas sus palabras.
"Jefté repitió todas sus condiciones delante de Yahvéh en Mispá" (BJ). Este pasaje no es totalmente claro. Podría significar que Jefté prestó juramento, especificando las condiciones de su gobierno, o que dijo al pueblo, en una asamblea religiosa, lo que debía hacer para derrotar a sus enemigos, o que no deseaba iniciar una campaña contra los amonitas sin pedir consejo del Señor.
En Mizpa.
El lugar donde las tribus se habían reunido para resistir el avance de los amonitas (cap. 10: 17).
IV.- GUERRA CON AMÓN
12 Y envió Jefté mensajeros al rey de los amonitas, diciendo: ¿Qué tienes tú conmigo, que has venido a mí para hacer guerra contra mi tierra?
13 El rey de los amonitas respondió a los mensajeros de Jefté: Por cuanto Israel tomó mi tierra, cuando subió de Egipto, desde Arnón hasta Jaboc y el Jordán; ahora, pues, devuélvela en paz.
14 Y Jefté volvió a enviar otros mensajeros al rey de los amonitas,
15 para decirle: Jefté ha dicho así: Israel no tomó tierra de Moab, ni tierra de los hijos de Amón.
16 Porque cuando Israel subió de Egipto, anduvo por el desierto hasta el Mar Rojo, y llegó a Cades.
17 Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom, diciendo: Yo te ruego que me dejes pasar por tu tierra; pero el rey de Edom no los escuchó. Envió también al rey de Moab, el cual tampoco quiso; se quedó, por tanto, Israel en Cades.
18 Después, yendo por el desierto, rodeó la tierra de Edom y la tierra de Moab, y viniendo por el lado orienta¡ de la tierra de Moab, acampó al otro lado de Arnón, y no entró en territorio de Moab; porque Arnón es territorio de Moab.
19 Y envió Israel mensajeros a Sehón rey de los amorreos, rey de Hesbón, diciéndole: Te ruego que me dejes pasar por tu tierra hasta mi lugar.
20 Mas Sehón no se fio de Israel para darle paso por su territorio, sino que reuniendo Sehón toda su gente, acampó en Jahaza, y peleó contra Israel.
21 Pero Jehová Dios de Israel entregó a Sehón y a todo su pueblo en mano de Israel, y los derrotó; y se apoderó Israel de toda la tierra de los amorreos que habitaban en aquel país.
22 Se apoderaron también de todo el territorio del amorreo desde Arnón hasta.Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán.
23 Así que, lo que Jehová Dios de Israel desposeyó al amorreo delante de su pueblo Israel, ¿pretendes tú apoderarte de él?
24 Lo que te hiciere poseer Quemos tu 371 dios, ¿no lo poseerías tú? Así, todo lo que desposeyó Jehová nuestro Dios delante de nosotros, nosotros lo poseeremos.
25 ¿Eres tú ahora mejor en algo que Balac hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Tuvo él cuestión contra Israel, o hizo guerra contra ellos?
26 Cuando Israel ha estado habitando por trescientos años a Hesbón y sus aldeas, a Aroer y sus aldeas, y todas las ciudades que están en el territorio de Arnón, ¿por qué no las habéis recobrado en ese tiempo?
27 Así que, yo nada he pecado contra tí mas tú haces mal conmigo peleando contra mí. Jehová, que es el juez, JUZGUE HOY entre los hijos de Israel y los hijos de Amón.
28 Mas el rey de los hijos de Amón no atendió a las razones que Jefté le envió.
29 Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté; y pasó por Galaad y Manasés, y de allí pasó a Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón.
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Vers. 12-29.
12. Envió Jefté mensajeros.
Antes de trabarse en lucha con los amonitas, Jefté se hizo anunciar como el nuevo caudillo de los galaaditas mediante un intercambio de mensajes con el rey de los invasores enemigos. Habló en nombre de Israel como un príncipe reconocido. En el mensaje presentó una protesta formal por la invasión amonita.
¿Qué tienes tú?
Es decir: "¿Qué asunto tenemos el uno con el otro?" ¿Qué razón tienes tú para invadir nuestro país? Aunque Jefté era un valiente guerrero, no se deleitaba en la guerra, sino que prefería evitarla mediante negociaciones pacíficas. Deseaba resolver la disputa con justicia. Si los amonitas podían convencerlo de que Israel les había hecho algún mal, estaba dispuesto a devolverles lo que les pertenecía. Y si no, estaba listo a defender la causa de Israel, aunque ello significara guerra.
13. Por cuanto Israel.
El rey de Amón declaró con exactitud la causa de su querella. Pretendía que toda la tierra de Galaad entre el Arnón y el Jaboc pertenecía a los amonitas, y exigía como única condición de paz que se le devolviera. Esto no era así. A los israelitas se les había prohibido guerrear contra los moabitas y amonitas (Deut. 2: 9, 19), así que dieron un rodeo en torno de Moab, rehuyendo también entrar en el territorio de Amón, que estaba junto al desierto; habían cruzado el Arnón y entrado en el territorio de Sehón, rey de los amorreos. Es verdad que antes Sehón había quitado este territorio a Moab y Amón (Núm. 21: 21-30; Jos. 13: 25), pero ése era un asunto con el cual los israelitas nada tenían que ver. Cuando conquistaron ese territorio, era de otro.
Desde Arnón hasta Jaboc.
El profundo y escarpado valle del Arnón que formaba el límite sur de Israel, separaba a la tribu de Rubén de Moab. Hay unos 80 km entre el Arnón y el río Jaboc, al norte. Se habían dado a Rubén y a Gad los cerros y valles de esta región porque eran terrenos apropiados para el pastoreo. Esta faja entre el Jordán y el desierto tenía unos 30 km de ancho.
14. Volvió a enviar otros mensajeros.
Da testimonio de la naturaleza pacífica de Jefté, y es digno de encomio el que aún estuviese intentando terminar esta controversia mediante negociaciones, para así evitar un inútil derramamiento de sangre.
15. Israél no tomó.
Jefté refutó las declaraciones del rey de Amón. Mostró que los amonitas y los moabitas, que parecían estar unidos en sus demandas contra Israel, no tenían derecho legal al territorio entre el Arnón y el Jaboc. Para demostrarlo describió en detalle lo que había ocurrido cuando los israelitas se apoderaron de ese territorio. Habían conquistado el país de Sehón, rey de los amorreos, y no estaban dispuestos a discutir en cuanto a quién habría sido el dueño anterior.
Tierra de Moab.
En toda su negativa, Jefté puso juntos a los moabitas y a los amonitas, como si hubieran sido un solo pueblo. En el vers. 24, Quemos, dios de los moabitas, es llamado dios del rey de Amón. De esto se ha deducido que en ese tiempo quizá el rey de Amón dominaba también a los moabitas por la fuerza o mediante alguna alianza matrimonial, de modo que sólo un rey gobernaba en ambos países. El dios nacional de Amón era Milcom o Moloc (ver com. Lev. 18: 2 l).
16. Llegó a Cedes.
En esa zona acamparon los israelitas durante sus 40 años de peregrinaciones (ver Núm. 20: l; cf. Núm. 33: 37, 38; Deut.1: 46; 2: 14 ). 374 Este lugar, algunas veces llamado Cades-barnea, no se ha identificado con toda precisión, pero parece haber estado cerca de 'Ain Qedeis, en el Neguev, a unos 80 km al sur de Beerseba.
17. Rey de Edom.
Ver Núm. 20: 14-22; PP 447-459.
Rey de Moab.
Moisés no registra este incidente, pero sí afirma que los israelitas no entraron en el territorio de Moab (Deut. 2: 9). En Deut. 2: 29 se sugiere que Moab pudo haberles negado el paso así como lo había hecho Edom.
19. Rey de los amorreos.
Ver Núm. 21:21-24; Deut. 2: 24-36. El territorio de Sehón quedaba desde el Arnón hasta el Jaboc al norte, y desde el Jordán hasta el territorio amonita al este (ver Juec. 11: 22). Su capital, Hesbón y todo el territorio circundante había pertenecido antes a Moab (Núm. 21: 26). Con frecuencia los autores bíblicos posteriores relacionan a Hesbón con los moabitas y amonitas (Isa. 15: 4; 16: 8, 9; Jer. 48: 2, 34, 45; 49: 3).
Hasta mi lugar.
El plan original era que todo Israel se estableciera al oeste del Jordán (ver Deut. 2: 29), pero la hostilidad de Sehón obligó a los israelitas a derrotarlo para que pudieran llegar hasta el Jordán, a fin de cruzarlo para entrar en Canaán. Después de la derrota de Sehón, cuando su territorio estuvo en manos de los israelitas, las tribus de Rubén y Gad y la media tribu de Manasés formularon un pedido especial para que Moisés les permitiera establecerse en ese territorio (Núm. 32: 1-33).
20. Jahaza.
Esta aldea probablemente estaba inmediatamente al norte del río Arnón, el cual los israelitas se prepararon para cruzar e invadir el país de Sehón. Siglos más tarde, Jahaza aparece en la Piedra Moabita como aldea de Israel.
22. Todo el territorio.
Este era precisamente el territorio que los amonitas ahora reclamaban como propio.
23. Desposeyó al amorreo.
La tierra que los israelitas quitaron a los amorreos pasó a ser de ellos, sin importar quiénes hubieran sido sus dueños anteriores. No habían luchado contra los amonitas ni habían tomado sus tierras (Núm. 21: 24; Deut. 2: 37).
¿Pretendes tú apoderarte de él?
Según la ley primitiva de las naciones, este territorio era claramente de Israel. ¿Por qué pensaban los amonitas que tenían derecho a él? La pregunta de Jefté expresa indignación y sorpresa.
24. Quemos tu Dios.
Milcom y no Quemos, era el dios nacional de los amonitas (1 Rey. 11: 5, 33). Quemos era el dios de los moabitas. Se ha explicado que la designación de Quemos como dios amonita indica que en este momento el rey de Amón podría haber estado reinando sobre Moab y Amón. Las dos naciones tenían parentesco de sangre y similitud de costumbres (ver Gén. 19: 37, 38; Juec. 3: 12, 13). La mención de Quemos era muy apropiada, pues el territorio en litigio una vez había pertenecido a los moabitas, pero Quemos no había podido salvarlo de los amorreos invasores. En la inscripción de la Piedra Moabita, Mesa, rey de Moab (2 Rey. 3: 4, 5), atribuye todas las victorias moabitas a la buena voluntad de Quemos, y todas las derrotas a su ira.
Jefté señaló que si Amón se negaba a reconocer los derechos que Israel tenía sobre ese territorio, al mismo tiempo socavaba, en principio, el derecho que él mismo tenía de poseer el país donde vivía.
Jefté intentaba hacer la paz por medios diplomáticos. En estas circunstancias no pretendía que el Dios de Israel debía dominar todo. Por otra parte, es posible que, por haberse criado como exiliado entre paganos, no comprendiera plenamente que Jehová era el Dios de toda la tierra.
25. Balac.
Ver Núm. 22: 1 a 24: 25. Aunque Israel había tomado el territorio de Sehón, que antes había sido de Moab, en ese momento el rey de Moab por lo visto no pretendió que fuera suya la región que acababan de conquistar. Había luchado contra Israel por odio y no porque pretendiese que la tierra conquistada a los amorreos fuera suya (Jos. 24: 9). ¿Cómo, pues, podrían ser válidas las pretensiones de Amón siglos más tarde? Sin duda el rey moabita había reconocido claramente el derecho de conquista. Si la tierra le hubiese pertenecido en verdad, ¿por qué no la había reclamado antes? Este era un argumento importante para apoyar la justicia de la causa de Israel.
26. Trescientos años.
Con referencia a la cronología del período de los jueces, ver págs.131,132.
27. Juzgue hoy.
Jefté concluye su argumento pidiendo a Dios que aprobara la justicia 375 de su pleito. Era diferente el concepto que tenían los hebreos de su Dios del que los paganos tenían de los suyos. Los hebreos creían que el Dios de ellos era justo y moral. En este reconocimiento del carácter moral de Dios estaba uno de los puntos de superioridad de la creencia israelita, en relación con la de sus vecinos paganos. Jefté declara que si los amonitas desean decidir el caso mediante el uso de armas, está dispuesto a confiar que Dios decidirá con justicia quién tiene razón, y le dará la victoria a quien corresponda.
Estos versículos demuestran la diplomacia franca, honrada y firme, pero a la vez conciliatoria, que usó Jefté. Había insistido que eran tres las razones que fundamentaban la posición de Israel: (1) el derecho de la conquista directa, no en lucha contra Amón sino contra los amorreos (vers. 15-20); (2) la decisión de Dios (vers. 21-24), que Jefté apoyaba sugiriendo con toda diplomacia que aun el propio dios de Moab no se había opuesto a la conquista de Sehón; (3) la posesión indiscutida de la tierra durante un largo período (vers. 25, 26). Concluyó apelando a Dios para que aprobara la justicia de su causa.
28. No atendió.
Es evidente que el rey de Amón ni se molestó en responder a los argumentos de Jefté. Sólo le importaba el argumento de la espada.
29. Espíritu de Jehová.
La presencia del Espíritu Santo es lo que hace que el servicio para Dios sea eficaz para el bien. Puede haber mucha actividad y febril ansiedad, pero a menos que la obra sea santificada por la presencia y el poder del Espíritu, se lograrán pocos resultados buenos y perdurables.
Pasó. Jefté recorrió Galaad y todo el territorio de Manasés reclutando más tropas. Atravesó el país de un extremo al otro para encender la antorcha de la guerra y para animar a la población a fin de que resistiera a los invasores amonitas. En el cap. 12: 2 se insinúa que también las tribus hebreas que vivían del otro lado del Jordán, en la Palestina occidental, recibieron la invitación de participar en la guerra.
V.- PROMESA TEMERARIA
30 Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos,
31 cualquiera que saliere de las puertas de mi casa a recibirme, cuando regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová, y lo ofreceré en holocausto.
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30. Jefté hizo voto.
El registro del precipitado voto de Jefté nos pone frente a uno de esos pasajes bíblicos difíciles de explicar, en los cuales el relato es demasiado breve como para permitir saber sin lugar a dudas lo que ocurrió en realidad. Según una explicación, Jefté realmente ofreció a su hija como holocausto, lo cual lo colocaría en una posición abominable. En vista de que Dios le dio éxito luego de haber hecho ese voto, tal acción de su parte parece especialmente odiosa y dificilísima de entender. La segunda posición, que supone que Jefté dedicó su hija a una vida de celibato, lo exoneraría de la acusación de haberla ofrecido como sacrificio (ver com. vers. 39).
Aquí, como también en otros pasajes, tenemos el deber de determinar lo que dice la Biblia y de evitar los intentos por hacer armonizar sus declaraciones con nuestros conceptos del relato. Tenemos que aceptar lo que la Biblia dice, y conformarnos con eso. Por supuesto que no debemos pensar mal de una persona innecesariamente, y no debiéramos juzgarla sin pruebas.
Voto. La literatura de las naciones de la antigüedad muestra que con frecuencia los antiguos hacían votos a sus dioses. Esta práctica era común entre los hebreos (ver Gén. 28: 20; 1 Sam. 1: 11; 2 Sam. 15: 8).
El voto de Jefté fue hecho bajo la presión de las circunstancias, cuando estaba en el umbral de una empresa peligrosísima. Por desgracia, los votos como éste se hacían por lo general en momentos de peligro o crisis, cuando la presión de las emociones contribuía a la formulación de promesas precipitadas.
31. Cualquiera que saliere.
¿Quién podía esperar Jefté que saliera de las puertas de su casa a recibirlo cuando volviese de la victoria si no su esposa, su hija, o algún esclavo? Algunos han intentado demostrar que en este pasaje está implicado un animal, que comúnmente había en la casa de los antiguos. Pero el vocablo hebreo usado por él, traducido "recibirme", no concuerda con esta idea. Esta palabra se usa generalmente para referirse al encuentro entre personas (ver Gén. 18: 2; Exo. 18: 7; 2 Rey. 1: 6; etc.). Se ha dicho que el voto de ofrecer un cordero o un buey en agradecimiento por la victoria no habría sido algo extraordinario.
Muchos israelitas habían ofrecido esos sacrificios.
Debe recordarse que aunque Jefté adoraba al Dios de Israel, y confiaba en él en esta empresa, se había criado en un país extranjero entre gente pagana.
En estas naciones se ofrecían sacrificios humanos en momentos de gran crisis. Compárese con la acción del rey de Moab que sacrificó a su hijo mayor al dios Quemos como un último acto desesperado 376 para salvar a su ciudad del ataque de los israelitas (2 Rey. 3: 26, 27). La ley de Moisés prohibía sacrificios humanos (Lev. 18: 21; Deut. 12: 31; etc.), pero, hasta los tiempos de Acaz y Manasés (2 Crón. 28: 3; 33: 6), ocasionalmente fue desdeñada esta prohibición.
El Espíritu de Dios vino sobre Jefté para que Israel pudiera ser salvado de la destrucción.
Pero la presencia del Espíritu no garantiza infalibilidad ni omnisciencia. Quien recibe el Espíritu sigue teniendo libre albedrío, y se espera de él que progrese debidamente en su crecimiento y conocimiento espirituales.
Jefté, ignorando lo que era CORRECTO, precipitadamente prometió algo malo. De la misma manera, aunque Gedeón estuvo revestido del Espíritu de Jehová y efectuó una gran liberación, el Espíritu no le impidió que estableciera un culto legal. Este relato del voto precipitado de Jefté se narra, como tantos otros casos bíblicos, sin notas ni comentarios pues no son necesarios. En el caso de Jefté sólo cabe la desaprobación.
Será de Jehová.
Evidentemente, en el mismo sentido en que Jericó y sus habitantes fueron "dedicados" a Jehová (ver com. Jos. 6: 17).
Y lo ofreceré.
Algunos han procurado traducir la conjunción hebrea por "o". Creen que Jefté habría dicho en realidad: "Cualquier cosa que saliere de las puertas de mi casa a recibirme será consagrada exclusivamente al servicio del Señor, si es un ser humano, o, si es un animal limpio, lo ofreceré como holocausto". Ya que salió la hija de Jefté a recibirlo, tales intérpretes dicen que se aplicaría la primera frase: "será de Jehová". Los comentadores que toman esta posición explican que la declaración de Jefté significa que la muchacha nunca se casó, sino que se dedicó al servicio religioso durante toda la vida (ver com. vers. 39).
Lo.
Algunos comentadores explican que "lo" es un complemento indirecto que se refiere a Dios, y traducen: "Ofreceré [a] él [Dios] holocausto". Pero la construcción hebrea exige que "lo" sea el complemento directo del verbo, por lo que la traducción de la RVR es bien precisa. Además, el dolor de Jefté (vers. 35), el llanto de su hija (vers. 37) y la impresión causada sobre los contemporáneos (vers. 37, 40), exigen algo enteramente fuera de lo común, algo más que el holocausto de un simple animal.
VI.- DERROTA DE AMÓN
32 Y fue Jefté hacia los hijos de Amón para pelear contra ellos; y Jehová los entregó en su mano.
33 Y desde Aroer hasta llegar a Minit, veinte ciudades, y hasta la vega de las viñas, los derrotó con muy grande estrago. Así fueron sometidos los amonitas por los hijos de Israel.
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-Nunca estuvo en los planes de Dios. Guerrear contra Amón. Porque eran parientes. Deut. 2:19. Pero ante la renuencia de éste pueblo. No hubo otra solución que guerrear y derrotarlos por la gracia de Dios.
VII.- VICTIMA DE LA PROMESA TEMERARIA
34 Entonces volvió Jefté a Mizpa, a su casa; y he aquí su hija que salía a recibirle con
panderos y danzas, y ella era sola, su hija única; no tenía fuera de ella hijo ni hija.
35 Y cuando él la vio, rompió sus vestidos, diciendo: ¡Ay, hija mía! en verdad me has abatido, y tú misma has venido a ser causa de mi dolor; porque le he dado palabra a Jehová, y no podré retractarme.
36 Ella entonces le respondió: Padre mío, si le has dado palabra a Jehová, haz de mí conforme a lo que prometiste, ya que Jehová ha hecho venganza en tus enemigos los hijos de Amón.
37 Y volvió a decir a su padre: Concédeme esto: déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y lloré mi virginidad, yo y mis compañeras.
38 El entonces dijo: Ve. Y la dejó por dos meses. Y ella fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes.
39 Pasados los dos meses volvió a su padre, quien hizo de ella conforme al voto que había hecho. Y ella nunca conoció varón.
40 Y se hizo costumbre en Israel, que de año en año fueran las doncellas de Israel a endechar a la hija de Jefté galaadita, cuatro días en el año.
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34. A Mizpa.
Después de que se le invitara a volver del exilio para ser el gobernante de Galaad, quizá Jefté trasladó su familia a Mizpa y se estableció allí.
Con panderos.
Era costumbre que las mujeres recibieran así a los hombres cuando volvían victoriosos de la guerra (1 Sam. 18: 6; cf. Exo. 15: 20).
Hija única.
La construcción hebrea es enfática: "Ella sola era hija única". La familia de Jefté se extinguiría en Israel, lo cual todos los hebreos deploraban.
35. Rompió sus vestidos.
Costumbre habitual entre los hebreos para expresar gran dolor (Gén. 37: 29; 2 Sam. 13: 19, 31; etc.).
Me has abatido.
Cuando Jefté vio a su hija, el significado pleno de su voto apresurado lo dejó débil y quebrantado.
Has venido a ser causa de mi dolor.
"La causa de mi desgracia" (BJ). La palabra hebrea 'akar, traducida "dolor", designa un pesar excepcional, una ansiedad o aflicción desmesurada. Toda la vida de Jefté había sido una continua sucesión de luchas y problemas. Ahora su propia y preciosa hija le ocasionó el dolor más agudo de todos.
Le he dado palabra.
Expresión usada para referirse a la formulación de votos (ver Sal. 66: 13, 14). A Fin de ser obligatorio, un voto debía pronunciarse (Núm. 30: 2, 3, 7; Deut. 23: 23).
No podré retractarme.
Se consideraba que era una grave falta retractarse de un voto tan serio. Entre los hebreos se conocían dos tipos de voto: el voto simple, néder (Lev. 27: 2-27), y lo que era "consagrado", el "entredicho", jérem. Lo que se consagraba a Dios mediante un jérem no podía redimirse, y se consideraba "cosa santísima" para él y debía sacrificarse 377 (Lev. 27: 28, 29; ver com. Lev. 27: 2, 28). El voto de Jefté era un néder. A pesar de que era un voto sagrado, quien lo hacía no estaba obligado a cumplirlo si por ello tenía la obligación de realizar una mala acción (ver PP 540). El voto de Jefté era contrario al mandato expreso de la ley, y por lo tanto su cumplimiento no era obligatorio. Sin embargo, creyó que le era obligatorio, y aunque había jurado en perjuicio propio, no estuvo dispuesto a retractarse.
36. Ella entonces le respondió.
La angustia del padre y el sentido de sus palabras, indujeron a la hija a discernir inmediatamente, con el rápido presentimiento femenino, cuál era la naturaleza de ese voto. No necesitaba decírselo.
Jehová ha hecho venganza.
Por su comprensión limitada de la naturaleza de Dios, ella creyó sinceramente que la victoria había sido ganada debido al voto de su padre, y que su sacrificio era un precio apropiado que debía pagarse por tal victoria.
37. Déjame.
El cumplimiento de un voto podía postergarse por una razón definida.
Llore mi virginidad.
La perspectiva de no poder participar de la alegría de los festejos de una boda o del placer de criar hijos era algo sumamente amargo para una niña hebrea, sobre todo para una hija única. Eso significaba para la hija de Jefté que ella y la casa de su padre perderían la esperanza de compartir las futuras glorias de Israel.
38. Con sus compañeras.
Sus jóvenes amigas, con las cuales muchas veces había hablado y soñado de un futuro matrimonio, se le unieron para llorar el triste fin que le iba a tocar.
39. Conforme al voto que había hecho.
Esto parece indicar que la ofreció como holocausto, según había prometido (ver com. vers. 31). Se ha sugerido que al autor del libro de Jueces, con fino recato, corrió el velo para que no se viera el trágico acto del sacrificio.
En relación con la otra opinión de que Jefté no sacrificó a su hija (ver com. vers. 31) puede mencionarse lo siguiente:
En torno al año 1200 DC, el rabino Kimchi, junto con muchos otros autores, divulgó la opinión de que Jefté no sacrificó a su hija. Dijo que las palabras "lo ofreceré en holocausto" (vers. 31) sólo se aplicaban si lo que recibía a Jefté era un animal apto para el sacrificio. Interpretó que el vers. 39 significa que Jefté construyó a su hija una casa donde ésta pasó el resto de su vida apartada de los hombres, en sagrado celibato, a fin de que estuviera siempre dedicada al Señor, y que las vírgenes de Israel iban allí cada año a visitarla y a llorar su suerte.
El hecho de que en las costumbres de aquella época no se registra de mujeres monjas, va en contra de esta interpretación. Se consideraban la virginidad perpetua y la falta de hijos como las desgracias máximas. En el AT no aparece ninguna ley, ningún uso, ninguna costumbre que insinúe siquiera que una mujer soltera fuera considerada más santa, más del Señor o más enteramente entregada a él que una mujer casada. Esto no formaba parte alguna de la ley de los sacerdotes o nazareos. Se dice claramente que Hulda y Débora, profetisas las dos, eran casadas. Más aún, si la hija había de permanecer soltera, en armonía con tal costumbre desconocida, el caso no habría sido tan trágico como se lo pinta en este pasaje; tampoco habría necesitado dos meses para llorar su virginidad, pues habría tenido el resto de su vida para hacerlo. Todos los intérpretes cristianos y judíos hasta el tiempo de Kimchi, sostuvieron que había ocurrido exactamente lo que el pasaje dice: que Jefté sacrificó a su hija como ofrenda al Señor, cosa que Abrahán casi hizo con su hijo Isaac en circunstancias diferentes.
Nunca conoció varón.
Puede también traducirse, "no había conocido varón" (BJ). Ver Gén. 24: 16 donde aparecen las mismas palabras en hebreo.
40. A endechar.
El verbo hebreo así traducido, tanah, no aparece sino dos veces en el AT: aquí y en Juec. 5:11, donde se traduce "repetir". De la palabra equivalente en idiomas emparentados, se cree que significaba "recitar" o "conmemorar". Las antiguas versiones griegas y latinas traducen "lamentar", palabra que también usa la BJ. 2 CBA
JEFTÉ. Cumplió la labor para la cual fue llamado. Los hechos accidentados de su vida desde su nacimiento, y decisiones posteriores. son parte de la naturaleza humana sujeto a errar. Pero al margen de todo eso. Cumplió su misión y Dios actuó ayudando a su pueblo, derrotando a su enemigo de turno. Ministerio Hno. Pio