miércoles, 29 de agosto de 2018

I. CONFLICTO Y VALOR (EGW). 04. ¿QUE FRUTO?


Los que aran iniquidad y siembran injuria, la siegan. (Job 4: 8).  
Como agente educativo, ninguna parte de la Biblia es de mayor valor que sus biografías. Estas biografías diferente de todas las demás en que son absolutamente fieles a la realidad. Es imposible que una mente finita interprete exactamente, en todas las cosas, las operaciones de otra. Solamente Aquel que lee el corazón, que discierne la fuente secreta de los motivos y de las acciones, puede delinear con absoluta fidelidad el carácter, o dar una fiel descripción de una vida humana. Sólo en la Palabra de Dios se encuentra una descripción tal. 

No hay verdad tan claramente enseñada por la Biblia como la de que lo que hacemos, es resultado de lo que somos. En gran parte, los incidentes de la vida, son el fruto de nuestros propios pensamientos y acciones. 
 "La maldición no viene sin causa" (Prov. 26:2). "Decid al justo que le irá bien. . . ! Ay del malo! pues mal le irá; porque la recompensa de lo que han hecho sus manos le será dada" (Isa. 3: 10, 11). "¡Escucha, oh tierra! He aquí que voy a traer el mal sobre este pueblo, es a saber el fruto de sus mismos pensamientos" (Jer. 6: 19). 
Es terrible esta verdad y debería ser profundamente inculcada. Toda acción reacciona sobre el que la ejecuta. Nunca un ser humano puede dejar de reconocer, en los males que aquejan su vida, el fruto de su propia siembra. 

 Sin embargo, no estamos sin esperanza. Jacob recurrió al fraude para obtener el derecho de la primogenitura que ya le correspondía según la promesa de Dios, y la cosecha que recogió fue el odio de su hermano. Durante los veinte años de destierro fue defraudado. . . Pero Dios dice: ". . . Yo he visto sus caminos, y le sanaré" (Isa. 57: 18). Jacob no fue abrumado por su pena. Se había arrepentido, había tratado de expiar el mal hecho a su hermano. Y cuando se vio amenazado de muerte a causa de la ira de Esaú, buscó ayuda en Dios... "Lloró y le hizo suplicación" (Ose. 12: 4). "Y le bendijo allí" 
(Gén. 32: 29). ...Había quebrantado el poder del mal de su propia naturaleza; había sido transformado su carácter. . . Dios no anula sus leyes. No obra contrariamente a ellas. No deshace la obra del pecado, pero la transforma. Por medio de su gracia, la maldición se convierte en bendición (La Educación, págs. 141-143). EGW MHP

I. CONFLICTO Y VALOR (EGW). 03. UN LUGAR EN EL FRENTE*

 
       
Los labios del justo apacientan a muchos. (Prov. 10: 21). 
A pesar de la iniquidad que prevalecía, había un número de hombres santos, ennoblecidos y elevados por la comunión con Dios, que vivían en compañerismo con el cielo. Eran hombres de poderoso intelecto, que habían realizado obras admirables. Tenían una santa y gran misión; a saber, desarrollar un carácter justo y enseñar una lección de piedad, no sólo a los hombres de su tiempo, sino también a las generaciones futuras. Sólo algunos de los más destacados se mencionan en las Escrituras; pero a través de todos los tiempos, Dios tuvo testigos fieles y adoradores sinceros
 (Patriarcas y Profetas, pág. 71). 

¡Cuán a menudo los que confiaron en la Palabra de Dios,
 aunque eran en sí mismos completamente impotentes,
 han resistido el poder del mundo entero! 

 Enoc, de corazón puro y vida santa, puso su fe en el triunfo de la justicia contra una generación corrupta y mofadora; 
Noé y su casa resistieron a los hombres de su época, hombres de mucha fuerza física y mental y de la más degradada moralidad; los hijos de Israel, que junto al mar Rojo no eran más que una multitud indefensa y aterrorizada de esclavos, resistieron al más poderoso ejército de la más poderosa nación del globo; 
David, siendo tan sólo un pastorcillo que tenía la promesa del trono dada por Dios, resistió a Saúl, el monarca reinante, dispuesto a no ceder su poder. El mismo hecho se destaca en el caso de Sadrac y sus compañeros en el horno de fuego, y Nabucodonosor en el trono; Daniel entre los leones, y sus enemigos en los puestos elevados del reino; Jesús en la cruz, y los sacerdotes y príncipes judíos forzando al gobernador romano para que hiciese su voluntad; 
Pablo encadenado y llevado a sufrir la muerte de un criminal, y Nerón, déspota de un imperio mundial. No sólo en la Biblia se encuentran estos ejemplos. Abundan en los anales del progreso humano. 

 Los valdenses y los hugonotes, Wiclef y Hus, Jerónimo y Lutero, Tyndale y Knox, Zinzendorf y Wesley, y multitudes más, han dado testimonio del poder de la Palabra de Dios contra el poder y el proceder humanos que apoyan el mal. Estos constituyen la verdadera nobleza del mundo. Constituyen su realeza. Los jóvenes de hoy día son llamados a ocupar sus lugares. (La Educación, pág. 248). EGW  MHP