sábado, 22 de diciembre de 2018

036. » ACUÉRDATE DEL SÁBADO, PARA CONSAGRARLO. EX. 20:8VI


» ACUÉRDATE *Esta palabra no hace más importante al cuarto mandamiento que a los otros nueve. Todos lo son igualmente. Quebrantar uno, es quebrantarlos todos (Sant. 2: 8-11). 

 *PERO EL MANDAMIENTO del día de reposo nos recuerda que el séptimo día, el sábado, es el descanso señalado por Dios para el hombre, y que ese reposo se remonta hasta el mismo comienzo de la historia humana y es una parte inseparable de la semana de la creación (Gén. 2: 1-3; PP 348). 

 *Carece por completo de base el argumento de que el sábado fue dado al hombre por primera vez en el Sinaí. (Mar. 2: 27; PP 66, 67, 263). 

 *En un sentido personal, el sábado se presenta como un recordativo de que en medio de los afanes apremiantes de la vida no debiéramos olvidar a Dios. Entrar plenamente en el espíritu del sábado es hallar una valiosa ayuda para obedecer el resto del Decálogo. La atención especial y la dedicación dadas, en este día de descanso, a Dios y a las cosas de valor eterno, proveen un caudal de poder para obtener la victoria sobre los males contra los cuales se nos advierte en los otros mandamientos. 

 * El sábado ha sido bien comparado a un puente tendido a través de las agitadas aguas de la vida sobre el cual podemos pasar para llegar a la orilla opuesta, a un eslabón entre la tierra y el cielo, un símbolo del día eterno cuando los que sean leales a Dios se revestirán para siempre con el manto de la santidad y del gozo inmortales. 

 *Debiéramos "recordar" también que el mero descanso del trabajo físico no constituye la observancia del sábado. Nunca fue la intención que el sábado fuera un día de ociosidad e 616 inactividad. La observancia del sábado no consiste tanto en abstenerse de ciertas formas de actividad como en participar deliberadamente en otras. Dejamos la rutina semanal del trabajo sólo como un medio para dedicar el día a otros propósitos. 

 El espíritu de la verdadera observancia del sábado nos inducirá a aprovechar sus horas sagradas procurando comprender más perfectamente el carácter y la voluntad de Dios, a apreciar más plenamente su amor y misericordia y a cooperar más eficazmente con él ayudando a nuestros prójimos en sus necesidades espirituales. Cualquier cosa que contribuya a esos propósitos primordiales es apropiada para el espíritu y la finalidad del sábado. Cualquier cosa que contribuya en primer lugar a la complacencia de los deseos personales de uno o a la prosecución de los intereses propios, es tan ajena a la verdadera observancia del sábado como un trabajo común. Este principio se aplica tanto a los pensamientos y a las palabras como a las acciones. 

 *EL SÁBADO NOS REMONTA a un mundo perfecto en el remoto pasado (Gén. 1: 31; 2: 1-3), y nos advierte que hay un tiempo cuando el Creador, otra vez, hará "nuevas todas las cosas" (Apoc. 21: 5). 

 También es un recordativo de que Dios está listo para restaurar, dentro de nuestros corazones y de nuestras vidas, su propia imagen tal como era en el principio (Gén. 1: 26, 27). 

 El que entra en el verdadero espíritu de la observancia del sábado se hace así idóneo para recibir el sello de Dios, que es el reconocimiento divino de que el carácter del Eterno está reflejado perfectamente en la vida del hombre (Eze. 20: 20). 

 Una vez cada semana tenemos el feliz privilegio de olvidar todo lo que nos recuerde este mundo de pecado, y "acordarnos" de las cosas que nos acercan a Dios. El sábado puede llegar a ser para nosotros un pequeño santuario en el desierto de este mundo, donde por un tiempo podemos estar libres de sus cuidados y podemos entrar, por así decirlo, en los gozos del cielo. 

 Si el descanso del sábado fue deseable para los seres sin pecado del paraíso (Gén. 2: 1-3), ¡cuánto más esencial lo es para los falibles mortales que se preparan para entrar de nuevo en esa bendita morada! CBA

jueves, 15 de noviembre de 2018

035. ¿DÓNDE ESTÁN TUS HIJOS?


 SALIÓ Dina la hija de Lea, la cual ésta había dado a luz a Jacob, a ver a las hijas del país. Génesis 34:1.

 El historiador judío Josefo menciona una antigua tradición según la cual los siquemitas se estaban divirtiendo con festejos (Antigüedades i. 21.1), y Dina quiso unirse con las niñas de Siquem en sus diversiones. El lenguaje implica que se trataba de una visita amistosa, y también posiblemente que Dina tenía la costumbre de asociarse con las niñas de Siquem. Siempre hay un gran peligro en una asociación innecesaria con la gente del mundo. 

Dina estaba curiosa por conocer los hábitos y las costumbres de los vecinos que los rodeaban. Esto la indujo a una despreocupada intimidad con ellas que terminó en su desgracia. 

Su peligro provino de procurar estar libre del control y la supervisión paternos y de no hacer caso de la admonición de permanecer separada de los idólatras y de sus malos hábitos 

"Las malas compañías corrompen las buenas costumbres"
 (1 Cor. 15: 33, BJ). 

 Los habitantes de Canaán eran para los de la familia de Jacob lo que es el mundo actual para los cristianos. Lo que se llama "conocer mundo", en muchos casos puede significar estar jugando con la muerte. La familiaridad con el pecado adormece los sentidos y aumenta el peligro de la tentación. CBA 

lunes, 29 de octubre de 2018

HALLOWEEN: ¡NO TENGAS MIEDO! ¡TEN MUCHO MIEDO!


Al otro lado de la calle donde me alojo en Boston, un esqueleto está tratando de trepar por una ventana abierta del segundo piso. 
Otros dos esqueletos están subiendo al porche. Una peluca de color castaño llamativo parece sugerir que uno de los esqueletos es una mujer. Ella y su amiga parecen estar intentando acceder a la casa tomando una ruta más directa a través de la puerta principal. El porche de la casa está adornado con enormes telas de araña. Los fantasmas decoran la escena. Por la noche, dos ojos brillantes y brillantes miran por las ventanas. Tienes la idea, Es Halloween. 

Más arriba en la calle, un cráneo gigante adorna la puerta de entrada a otra residencia. Un pequeño cementerio de imitación contiene lápidas que dicen "Descansa en pedazos", "Estaré de regreso" y "Ven, únete a mí". A pocas cuadras de distancia, una familia tiene lo que el letrero llama una "Fiesta de Zombies" que se desarrolla en su patio delantero. Varios esqueletos parecen estar saliendo del suelo. Un par de cuadras más es la pantalla de Halloween más increíble que he presenciado. El patio delantero es un verdadero bosque de parafernalia de Halloween, y la casa está decorada como nunca he visto. 

Las voces llaman desde algún lugar en medio de un caos, invitaciones para unirse al difunto y "tener mucho miedo". Pero todo es divertido, ¿verdad? Los niños de todas las edades disfrutan disfrazarse con disfraces, y algunos disfraces de Halloween son divertidos y creativos. Truco o trato es una tradición estadounidense largamente establecida y muy querida. Feliz Halloween, ¿verdad? 


Incorrecto. La "diversión inofensiva" que Halloween representa para muchas personas se basa en una mentira y existe para perpetuar una mentira. La diversión no es realmente el punto de Halloween. Halloween es una celebración del espiritismo, la creencia de que los espíritus de los muertos sobreviven a la muerte corporal y se comunican o incluso se burlan de los vivos. ¡De miedo! 

Pero el hecho es que Halloween es todo un ladrido y no un bocado. Halloween se deleita con la idea de que los muertos vuelven a la vida, que los muertos acosan a las casas y que, inmediatamente después de la muerte, hay vida en otro reino.

 La verdad es que esa no es la verdad. No hay una sola razón para tener miedo en Halloween. ¿Por qué? Porque la última persona que puede molestarlo, asustarlo o atormentarlo es una persona muerta. 


La Biblia es clara acerca de esto. Al escribir en el libro de Eclesiastés, Salomón declaró: "Porque los vivos saben que morirán, pero los muertos no saben nada". 9:5.

Lejos de estar interesados en trepar por la ventana del piso de arriba, los muertos no son conscientes de nada

No, los muertos no están en el cielo alabando a Dios. La Biblia es inequívoca en ese punto. "Los muertos no alaban al Señor, ni a ninguno de los que descienden al silencio".  Sal. 115:17.

Pablo enseñó a los muertos a dormir 
(véase 1 Corintios 15: 51-55, 
1 Tesalonicenses 4: 13-18) y lo hizo claramente. 

Los que enseñan que los humanos poseen un alma inmortal o un alma que sobrevive a la muerte corporal, deben su sistema de creencias más a Platón que a la Biblia. 

La historia de la creación enseña, una vez más, claramente, que a los seres humanos no se les dio un alma, sino que Adán fue creado como "un alma viviente" (Génesis 2: 7, KJV).

 Sin un alma que sobreviva a la muerte corporal, nos queda concluir que los muertos, que no alaban al Señor y que no saben “nada”, 
No están merodeando por los vecindarios o los cementerios, ni intentan trepar por las ventanas del segundo piso. Víspera de Todos los Santos. Ellos estan dormidos 

¿Debería una persona temer a los muertos, a los fantasmas y a los ghouls? No.
 No en lo más mínimo. Vampiros? No claro que no. Zombies? No. ¿Las cosas que van chocando en la noche? Eso depende de lo que sean esas "cosas". Pero puedes estar seguro de que no son los espíritus de los muertos. 

Jesús mismo dejó salir todo el aire del globo de Halloween cuando habló a sus discípulos acerca de su amigo Lázaro. Jesús dijo: "Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy para que lo despierte". Los discípulos estaban confundidos por esto, "Entonces Jesús les dijo claramente:" Lázaro está muerto "" (Juan 11:11–14).

 La Biblia es consistente. Los muertos duermen hasta el día de la resurrección. Recuerde las palabras de Jesús: "Lo levantaré en el último día" (Juan 6:44). Jesús dejó en claro que los justos serán "recompensados en la resurrección de los justos" (Lucas 14:14). Si alguien sobreviviera a la muerte corporal y se fuera inmediatamente al cielo, sería "recompensado" mucho antes de "la resurrección de los justos". 

HALLOWEEN es un tigre sin dientes, y existe para perpetuar una de las mentiras más grandes de Satanás: la mentira de que los muertos no están realmente muertos. 

Es una mentira que está preparando a la gente para un engaño masivo antes del regreso de Jesús. Como Halloween viene y se va por otro año, tenga en cuenta lo que la Biblia enseña acerca de la muerte. 

La clave de la vida más allá de esta vida es Jesús, "la resurrección y la vida" (Juan 11:25). Sin Jesús, nadie sale de la tumba. Con Jesús, "los muertos en Cristo resucitarán" (1 Tesalonicenses 4:16). Nuestra esperanza de vida después de esta vida es la fe en él. Y eso no es nada de lo que tener miedo! 
John Bradshaw    MHP

miércoles, 24 de octubre de 2018

HIMNARIO ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA/CANTADO. Aleluya. Alabad a Dios en su santuario; Alabadle en la magnificencia de su firmamento. Alabadle por sus proezas… Los que teméis a Jehová, alabadle; Glorificadle, descendencia toda de Jacob, Y temedle vosotros, descendencia toda de Israel. (Salmos: 150: 1 – 5; 22: 3).

01. HIMNARIO ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA
01-100/CANTADO. 

02. HIMNARIO ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA. 101-200 

03. HIMNARIO ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA. 201-300 

04. HIMNARIO ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA. 301-400 

05. HIMNARIO ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA. 401-500 

06. HIMNARIO ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA. 501-613 https://www.youtube.com/playlist?list=PLFMFAimYHbprYV43OgPwb8b4ReHkEuksH

*MÁS DE 25 HORAS DE ALABANZA AL REY DE REYES PLAYLIST (NUEVO HIMNARIO ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA) MHP

miércoles, 29 de agosto de 2018

I. CONFLICTO Y VALOR (EGW). 04. ¿QUE FRUTO?


Los que aran iniquidad y siembran injuria, la siegan. (Job 4: 8).  
Como agente educativo, ninguna parte de la Biblia es de mayor valor que sus biografías. Estas biografías diferente de todas las demás en que son absolutamente fieles a la realidad. Es imposible que una mente finita interprete exactamente, en todas las cosas, las operaciones de otra. Solamente Aquel que lee el corazón, que discierne la fuente secreta de los motivos y de las acciones, puede delinear con absoluta fidelidad el carácter, o dar una fiel descripción de una vida humana. Sólo en la Palabra de Dios se encuentra una descripción tal. 

No hay verdad tan claramente enseñada por la Biblia como la de que lo que hacemos, es resultado de lo que somos. En gran parte, los incidentes de la vida, son el fruto de nuestros propios pensamientos y acciones. 
 "La maldición no viene sin causa" (Prov. 26:2). "Decid al justo que le irá bien. . . ! Ay del malo! pues mal le irá; porque la recompensa de lo que han hecho sus manos le será dada" (Isa. 3: 10, 11). "¡Escucha, oh tierra! He aquí que voy a traer el mal sobre este pueblo, es a saber el fruto de sus mismos pensamientos" (Jer. 6: 19). 
Es terrible esta verdad y debería ser profundamente inculcada. Toda acción reacciona sobre el que la ejecuta. Nunca un ser humano puede dejar de reconocer, en los males que aquejan su vida, el fruto de su propia siembra. 

 Sin embargo, no estamos sin esperanza. Jacob recurrió al fraude para obtener el derecho de la primogenitura que ya le correspondía según la promesa de Dios, y la cosecha que recogió fue el odio de su hermano. Durante los veinte años de destierro fue defraudado. . . Pero Dios dice: ". . . Yo he visto sus caminos, y le sanaré" (Isa. 57: 18). Jacob no fue abrumado por su pena. Se había arrepentido, había tratado de expiar el mal hecho a su hermano. Y cuando se vio amenazado de muerte a causa de la ira de Esaú, buscó ayuda en Dios... "Lloró y le hizo suplicación" (Ose. 12: 4). "Y le bendijo allí" 
(Gén. 32: 29). ...Había quebrantado el poder del mal de su propia naturaleza; había sido transformado su carácter. . . Dios no anula sus leyes. No obra contrariamente a ellas. No deshace la obra del pecado, pero la transforma. Por medio de su gracia, la maldición se convierte en bendición (La Educación, págs. 141-143). EGW MHP

I. CONFLICTO Y VALOR (EGW). 03. UN LUGAR EN EL FRENTE*

 
       
Los labios del justo apacientan a muchos. (Prov. 10: 21). 
A pesar de la iniquidad que prevalecía, había un número de hombres santos, ennoblecidos y elevados por la comunión con Dios, que vivían en compañerismo con el cielo. Eran hombres de poderoso intelecto, que habían realizado obras admirables. Tenían una santa y gran misión; a saber, desarrollar un carácter justo y enseñar una lección de piedad, no sólo a los hombres de su tiempo, sino también a las generaciones futuras. Sólo algunos de los más destacados se mencionan en las Escrituras; pero a través de todos los tiempos, Dios tuvo testigos fieles y adoradores sinceros
 (Patriarcas y Profetas, pág. 71). 

¡Cuán a menudo los que confiaron en la Palabra de Dios,
 aunque eran en sí mismos completamente impotentes,
 han resistido el poder del mundo entero! 

 Enoc, de corazón puro y vida santa, puso su fe en el triunfo de la justicia contra una generación corrupta y mofadora; 
Noé y su casa resistieron a los hombres de su época, hombres de mucha fuerza física y mental y de la más degradada moralidad; los hijos de Israel, que junto al mar Rojo no eran más que una multitud indefensa y aterrorizada de esclavos, resistieron al más poderoso ejército de la más poderosa nación del globo; 
David, siendo tan sólo un pastorcillo que tenía la promesa del trono dada por Dios, resistió a Saúl, el monarca reinante, dispuesto a no ceder su poder. El mismo hecho se destaca en el caso de Sadrac y sus compañeros en el horno de fuego, y Nabucodonosor en el trono; Daniel entre los leones, y sus enemigos en los puestos elevados del reino; Jesús en la cruz, y los sacerdotes y príncipes judíos forzando al gobernador romano para que hiciese su voluntad; 
Pablo encadenado y llevado a sufrir la muerte de un criminal, y Nerón, déspota de un imperio mundial. No sólo en la Biblia se encuentran estos ejemplos. Abundan en los anales del progreso humano. 

 Los valdenses y los hugonotes, Wiclef y Hus, Jerónimo y Lutero, Tyndale y Knox, Zinzendorf y Wesley, y multitudes más, han dado testimonio del poder de la Palabra de Dios contra el poder y el proceder humanos que apoyan el mal. Estos constituyen la verdadera nobleza del mundo. Constituyen su realeza. Los jóvenes de hoy día son llamados a ocupar sus lugares. (La Educación, pág. 248). EGW  MHP

jueves, 14 de junio de 2018

034. ¿LOS DIEZ MANDAMIENTOS SIGUE VIGENTE?


Al leer toda la carta a los romanos, se puede ver que la vigencia y obediencia a la santa ley de Dios está vigente. Y eso nos es todo; al empezar leyendo la carta a los Corintios y en el capítulo 7, el apóstol Pablo afirma más claramente. 

 Y ese es nuestra Reflexión de Hoy. 
 “La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios”. 1Cor. 7:19.

 LA CIRCUNCISIÓN NADA ES. 
Ni el cumplimiento del rito judío de la circuncisión, ni el dejar de hacerlo, podían afectar la relación individual con Dios por medio de la fe en Jesús. Aquí se pone énfasis en la verdad de que las ceremonias externas y los ritos no tienen valor sin la fe en Cristo. 
(ver Gén. 5:6; 6:15). 

El hijo de Dios que ha nacido de nuevo es aceptado por el Señor, no en razón de la obra u obras que pudiera haber cumplido, sino debido a su fe en la gran obra efectuada a favor de él por Cristo en la cruz.
 (ver Juan 3:16; Rom. 4:5; Efe. 2:8-9). 

 Abrahán, cuya fe se presenta como un ejemplo para todos los que creen en Cristo, es llamado el padre de todos los que tienen una fe similar en Jesús, hayan sido circuncidados o no.
 (ver Rom. 4-9, 11-12). 

 SINO EL GUARDAR LOS MANDAMIENTOS DE DIOS. 
Cf. Gál. 5: 6; 6: 15. La idea es: lo que importa es la observancia de los mandamientos de Dios. Él no estima la religión de un hombre por el cumplimiento de ceremonias rituales, 
sino por su relación con los principios de la ley divina.
 (ver Ecl. 12: 13; Juan 14: 15, 21, 23; 15: 10; 1 Juan 2: 4-6). 

"Un hombre puede guardar los mandamientos, 
esté circuncidado o no". 

 “¿Luego por la fe invalidamos la ley? 
En ninguna manera, sino que confirmamos la ley”. 
 “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” Rom. 3:31;7:12. CBA MHP

033. ¿HAY CONTRADICCIÓN ENTRE LA JUSTICIA DE LA LEY Y LA DE LA FE?


1 HERMANOS, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación. 2 Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. 3 Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; 

4 Porque el fin de la ley es Cristo, 
para justicia a todo aquel que cree. 
 5 Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: 
El hombre que haga estas cosas, vivirá por el.

6 Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); 7 o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). 8 Mas; ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: 9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Rom. 10:1-10 


1. Hermanos. Pablo usa con frecuencia este vocativo cuando quiere ser particularmente enfático (Rom. 7: 1; 8: 12; 12: 1; 1 Cor. 14: 20; Gál. 3: 15). El tema que trata en este capítulo es el hecho afirmado en Rom. 9: 31-33: que Israel no ha podido obtener la justicia porque había ido tras una justicia basada en los méritos de sus propias obras. Pero antes de ocuparse de la penosa tarea de señalar el fracaso y la culpabilidad de su pueblo, Pablo expresa nuevamente su sincera preocupación por la salvación de ellos (cf. cap. 9: 1-3). 

Anhelo. Gr. eudokía, "buena voluntad". "beneplácito", "aprobación". Compárese con el uso de esta palabra en Mat. 11: 26; Efe. 1: 5, 9; Fil. 1: 15; 2: 13; 2 Tes. 1: 11. Pablo anhelaba sinceramente la salvación de sus compatriotas judíos. 

Oración. Gr. dé'sis, "petición", "súplica" (ver Efe. 6: 18; Fil. 4: 6; 1 Tim. 2: 1; 5: 5), afín del verbo déomai, "querer", "suplicar", "orar". Dé'sis se diferencia de proseuj', sustantivo que generalmente se traduce "oración" (Rom. 1: 10), en que dé'sis se refiere a un pedido por un beneficio específico. 

Por Israel. La evidencia textual tiende a confirmar (cf. p. 10) la variante "por ellos" (BJ), es decir, por los que ya han sido mencionados (cap. 9: 31-33). El pronombre indica una estrecha relación entre los dos capítulos. En el cap. 10 continúa sin interrupción el tema de Pablo concerniente al rechazo de Israel, que trató en el cap. 9. 

Para salvación. Es significativo que inmediatamente después de haberse ocupado del rechazo de Cristo por parte de los judíos, Pablo ora por la salvación de ellos. Esto demuestra que no consideraba el caso de sus compatriotas como desesperado, a pesar de su conducta pecaminosa. 
Más aún: si Pablo hubiera considerado ese rechazo como la predeterminada voluntad de Dios para su destrucción - como algunos han entendido la doctrina de la predestinación-, no habría orado para que aún pudieran ser salvos. El Evangelio enseña que "todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (vers. 13). El Evangelio es para todos los hombres, incluso los judíos (cap. 1: 16; 3: 29-30; 10: 12). 

 2. Les doy testimonio. "Testifico en su favor" (BJ). Pablo bien podía hacer esto basado en su propia y triste experiencia, pues una vez había sido "mucho más celoso de las tradiciones de" sus "padres" (Gál. 1: 14), por lo que conocía bien el celo equivocado de ellos.
(ver Hech. 22: 3; Fil. 3: 6). 

Celo de Dios. Es decir, celo por Dios. Compárese con la frase "me consumió el celo de tu casa", que significa "el celo por tu casa" (Sal. 69: 9; Juan 2: 17). Los judíos se gloriaban de su celo por Dios y por su ley (Hech. 21: 20; 22: 3; cf. Gál. 1; 14). Pablo ya ha descrito acertadamente el fervor de ellos en asuntos religiosos durante ese período. La triste historia de los judíos es que no 591 alcanzaron la justicia a pesar de su gran celo religioso (Rom. 9: 30-32). Su religión era extremadamente legal y formal. Su despliegue externo de minuciosa obediencia era un manto para cubrir la corrupción interior (cap. 2: 17-29). Sin embargo, Pablo parece estar hablando del celo de ellos por Dios como de algo digno de alabanza y, como en el cap. 1: 8, primero destaca una buena cualidad antes de presentar los fracasos de ellos. Parece encontrar en ese celo equivocado algún motivo de ánimo, alguna esperanza de que si un celo tal pudiera ser dirigido hacia el verdadero camino de justicia, todavía podrían ser salvados. 

Ciencia. "Pleno conocimiento" (BJ). Gr. epígnÇsis. Esta palabra denota conocimiento completo y cabal (cf. cap. 1: 28; 3: 20). A los judíos no les faltaba gnÇsis, conocimiento, pero carecían de la verdadera sabiduría que podría haberlos conducido a servir a Dios en la debida forma. Habían sido especialmente favorecidos con el conocimiento de Dios (cap. 3: 1-2), pero su celo por él no había sido bien encaminado. Aunque conocían la letra de la ley y los profetas, no percibían interiormente el verdadero significado de las palabras y de las obras de Dios. Su fervor sin sabiduría se transformó en fanatismo, y manifestaron más celo por la forma y por la letra que por Dios. 

3. Porque. Este versículo explica por qué el celo de los judíos no era "conforme a ciencia". Si hubieran estado dispuestos a obedecer la voluntad de Dios habrían llegado a entender la verdad (ver Juan 7: 17). Pero se negaron a someterse. 

Ignorando. Pablo posteriormente muestra que esa ignorancia era inexcusable, pues los judíos habían tenido todas las oportunidades necesarias para instruirse (Rom. 10: 14-21; cf. Juan 5: 39-40).

 La justicia de Dios. Ver com. cap. 1: 17. 
Procurando. Gr. z'téÇ, "buscando", "empeñándose" (BJ). Establecer. Gr. híst'mi, "levantar", "colocar", "establecer". Este verbo sugiere que en el esfuerzo de los judíos había orgullo por establecer su propia justicia; con su falso celo por Dios, en realidad estaban trabajando para su propia glorificación. 
 Compárese con la descripción de Oseas: "Israel es una frondosa viña, que da abundante fruto para sí . mismo" (Ose. 10: l). En vez de buscar la justicia de Dios en la forma indicada por Dios, dependían de sus obras llenas de justicia propia (cf. Fil. 3: 9). Llegaron a considerar el simple cumplimiento de los sacrificios y de los ritos como algo que tenía justicia en sí mismo, en vez de depender de la justicia de Aquel a quien señalaban esos sacrificios y ritos. Por lo tanto, la religión degeneró convirtiéndose en suficiencia propia y formalismo para glorificar el yo. Y a medida que los judíos perdían de vista la justicia de Dios, se tornaban rigurosos en la observancia de esos ritos para establecer su propia justicia.

 Sujetado. Gr. hupotássÇ, verbo que significa ponerse bajo órdenes, "obedecer" (cf. Sant. 4: 7; 1 Ped. 2: 13; 5: 5). Esta flexión verbal del griego se traduce mejor "no se sometieron" (BJ). 
Los judíos se enorgullecían de su conocimiento de Dios y de la ley divina (Rom. 2: 17-20), pero en realidad se negaban a conformarse a la voluntad de Dios. Confiaban en su propia justicia; no querían someter su corazón a un plan que les exigía confesar que su justicia propia no era aceptable (Isa. 64: 6) y que su salvación no dependía de sus méritos. 

No hay obstáculo mayor para la salvación por medio de la gracia que la justicia propia del pecador. Como los judíos no estuvieron dispuestos a someterse a la orden de Dios de que "creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo" (1 Juan 3: 23), manifestaron que su aparente fe en Dios no era sino un servicio vacío, de labios, pues la esencia de la fe es completa obediencia. Esa renuencia para someterse fue la causa no sólo de su ignorancia sino también de su rechazo como pueblo escogido. 


4. El fin de la ley es Cristo. La palabra griega télos, "fin", está aquí en una posición que realza su importancia. Esta afirmación ha sido interpretada de diversas maneras: que Cristo es la terminación de la ley; que Cristo es la meta o propósito de la ley (cf. Gál. 3: 24); que Cristo es el cumplimiento de la ley (cf. Mat. 5: 17); que Cristo es la terminación de la ley como medio de salvación 
(cf. Rom. 6: 14). 

La primera interpretación, llamada antinomismo o antinomianismo* es una perversión de las Escrituras.
 (ver com. cap. 3: 31). 

Las otras tres interpretaciones son 592 verdaderas, pero la última parece concordar mejor con el contexto de este versículo, pues Pablo está contrastando la forma como Dios justifica por la fe, con los intentos humanos de justificarse por medio de la obediencia a la ley. El mensaje del Evangelio es que Cristo "es el fin de la ley" como medio de buscar la justicia, para todo aquel que ejerce fe. 

Quizá sea significativo que en el griego no hay artículo (ver com. cap. 2: 12), lo que indica que Pablo se refiere al principio de ley en general y no a una ley en particular. Además, la tendencia de todo el razonamiento muestra que el apóstol Pablo está hablando de ley en sentido general. Este versículo no implica que se podía lograr la justicia mediante la observancia de la ley en el tiempo del AT, y que con la venida de Cristo la fe sustituyó a la ley como un medio de alcanzar la justicia. Desde la caída de Adán, Dios había revelado sólo un camino por el cual los hombres pueden ser salvos: la fe en el Mesías venidero. 
(Gén. 3:15; 4:3-5; Heb. 11: 4; cf. Rom. 4). 

*Tampoco debe entenderse este pasaje en el sentido de que Cristo es la terminación de la ley de Dios, y que, por lo tanto, los hombres no están más bajo la obligación de obedecerla. Cristo es la solución de la ley porque es la solución final del problema del pecado, hecho patente por la ley. 
El propósito de Dios al proclamar sus leyes a Israel fue mostrarle su pecaminosidad (Rom. 3: 20) y su necesidad de un Salvador (Gál. 3: 24). 

Pero los judíos habían pervertido el propósito de Dios y usado sus leyes -la moral y la ceremonial- como medio para establecer su propia justicia mediante sus esfuerzos de obediencia legalista. 

Cristo vino para poner fin a este abuso de la ley y para restablecer el sendero de la fe. Esta fe no abroga la ley sino que la establece (ver com. Rom. 3: 31) y hace posible que los hombres cumplan con sus requerimientos.
 (ver com. cap. 8:4). 


 5. Porque. . . Moisés. Ahora Pablo describe el contraste entre la justicia mediante la ley y la justicia mediante la fe, con un lenguaje tomado del AT; y al hacerlo demuestra al mismo tiempo que en este tema no hay contradicción entre el AT y el NT. 

 Escribe. La evidencia textual (cf. p. 10) se inclina por el texto: "Porque Moisés escribe la justicia de la ley que el que los haga, vivirá en (o por) ellos". Por lo tanto la traducción de la RVR es acertada. La cita proviene de Lev. 18: 5, que dice: "Guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos" (cf. Gál. 3: 12). 

Pablo cita estas palabras y deduce, basado en los conceptos judíos, que la justicia por la ley demanda el perfecto cumplimiento de la ley, la cual debe guardarse estrictamente de acuerdo con las especificaciones de la letra, pues en la ley no hay ni gracia ni misericordia. Todo lo que pide la ley, o se cumple o no hay salvación (ver Gál. 3: 10-13). 

Pero ésta es una condición que nunca ha podido cumplir el hombre caído, como Pablo ya lo ha mostrado claramente en Rom. 1: 3, y que nunca podrá cumplir a menos que sea regenerado (cap. 8: 5-8). Por lo tanto, sólo puede haber condenación para los que dependen de su propio cumplimiento de la ley para su justificación ante Dios (cap. 3: 20). 

 Es significativo que en el contexto de Lev. 18: 5 se describe la ley de Dios como que consistiera en estatutos y ordenanzas que realmente se podían guardar, y que si el pueblo los guardaba podía entrar en la vida. Las referencias a este mismo pasaje que hacen Ezequiel (cap. 20: 11, 13, 21) y Nehemías (cap. 9: 13, 29), también demuestran que se podía cumplir con las condiciones y ganar lo prometido. 

 Por medio de la revelación más amplia del plan de Dios presentado en el NT, comprendemos que estos pasajes del AT enseñan implícitamente que el cristiano debe depositar su fe en el Redentor venidero para obtener el perdón de los pecados y la gracia que lo capacita para la obediencia.
 (ver com. Eze. 16:60; 20:11; 36:26).

 No se debe entender que estos pasajes implican que se puede alcanzar justicia guardando la ley sin necesidad de ejercer fe.

Pero los fariseos y la gran mayoría del pueblo judío, debido a la influencia de aquéllos, albergaban este concepto erróneo. Pedían justicia y vida como recompensa por su propia estricta observancia de la ley. Su relación con Dios era enteramente legalista. Su pacto con el Señor era un pacto de obras, no de fe ni de gracia. Dios procuraba conducirlos a una vida más elevada, pero rehusaban aceptar ese progreso (ver com. Eze. 16: 60). 

 *Para desenmascarar el error de este punto de vista, Pablo cita Lev. 18: 5. Usa las palabras de Moisés para recordar a los judíos legalistas que la justicia sólo la adquieren los que obedecen, pero que el hombre sin ayuda no puede llegar a esa obediencia. 

Compárese esto con la respuesta que dio Jesús al "intérprete de la ley" que buscaba "la justicia que es por la ley": "haz esto, y vivirás" (Luc. 10: 28). 


 6. Que es por la fe. Pablo personifica a la justicia que es por la fe como si ella misma hablara. Compárese con la personificación de la sabiduría (Prov. 1: 20; Luc. 11: 49) y de la exhortación (Heb. 12: 5). El apóstol podría haber dicho: "Moisés habla así acerca de la justicia que es por la fe", De modo que ambas partes de Rom. 10: 4 son confirmadas por el testimonio de Moisés, a saber, la imposibilidad de alcanzar la justicia por la ley (vers. 5) y la seguridad de que se puede alcanzar por medio de la fe (vers. 6-8). 

Para muchos comentadores ha significado un problema el hecho de que Pablo usara palabras de Moisés, que parecen referirse únicamente a la ley, para describir la justicia que es por la fe. Pero la dificultad radica en la falsa suposición -tan difundida- de que la ley y el Evangelio se oponen o contradicen. 

"El problema se resuelve reconociendo que la justicia que es por la fe siempre ha sido el método de Dios para salvar al hombre, y que la promulgación de la ley por medio de Moisés era una parte integral de ese plan". 

 Además, Dios usó especialmente a Moisés para presentar el gran sistema de símbolos y ceremonias que prefiguraban todo el plan de justificación por la fe en Cristo. Por lo tanto, es completamente irrazonable suponer que Moisés ignoraba la debida relación entre la ley y el Evangelio, y que cada vez que hablaba tan decididamente de la obediencia a los mandamientos de Dios estaba ensalzando la justicia por la ley antes que por la fe. 

Dice así. La cita proviene de Deut. 30: 11-14. Moisés enumera en este capítulo las bendiciones que recibiría Israel si obedecía la ley de Dios. Es importante observar que Moisés está hablando a aquellos a quienes previamente ha dicho: "Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón,. . . para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas" (Deut. 30:6). 

Moisés está describiendo la experiencia de los israelitas verdaderamente arrepentidos y fieles. Habla de la ley desde el punto de vista de los israelitas circuncidados de corazón. No es necesario suponer -como lo han hecho muchos comentadores- que Pablo sólo está tomando las palabras de Moisés en cuanto a la ley, y las está aplicando a algo que Moisés no había tenido en cuenta. 

Así como Pablo encontró que Abrahán había sido justificado por la fe porque creyó y obedeció a Dios, así también encuentra la esencia de la justificación por la fe en el caso de aquellos que se arrepienten delante de Dios, y lo aman y le obedecen con todo su corazón y con toda su alma. 

 Las palabras de Moisés, si se entienden en su verdadero sentido espiritual, describen la verdadera justificación porque es por la fe. 

No digas en tu corazón. Esta expresión se encuentra en Deut. 9: 4, y Pablo la usa para comenzar su cita de Deut. 30: 12-14. "Decir en el corazón" es un modismo hebreo que significa "pensar" generalmente en algo malo (cf. Deut. 15: 9; 18: 21; Sal. 14:1; Mat. 3:9; 24:48; Apoc. 18:7; 1 Cor. 7:37). 

 ¿Quién subirá? 
Moisés pronunció estas palabras para destacar que la palabra de Dios no está lejana ni más allá del alcance del hombre, sino que ya le ha sido revelada y explicada. Pablo usa las mismas palabras acerca del Evangelio: la revelación aun más clara de la palabra de Dios que ha sido dada por medio de Cristo. Para traer abajo a Cristo. Como si aún no hubiera venido. 

La justificación por la fe dice: "No dudes de que Cristo ya ha venido. El Hijo de Dios ya se ha hecho hombre y vivió entre nosotros. La fe no es algo tan difícil, pues Cristo ha venido". 

 7. ¿Quién descenderá? 
En vez de "¿quién pasará por nosotros el mar?" (Deut. 30: 13), Pablo dice: "¿Quién descenderá al abismo?" No era necesario que los israelitas escudriñaran más allá del mar para traer de vuelta los mandamientos de Dios, y tampoco hay necesidad de que alguien baje al abismo para hacer subir a Cristo. El ya ha resucitado. 

Abismo. Ver com. Mar. 5: 10. Evidentemente Pablo aplica este término al lugar de los muertos, al cual Cristo había "descendido". 

8. ¿Qué dice? Es decir, ¿qué dice la justicia que es por la fe? Pablo continúa personificando a la justicia por la fe (ver com. vers. 6). 

Cerca de ti está la palabra. 
El propósito de este pasaje del AT era asegurar a Israel que Dios había establecido el medio por el cual podrían cumplirse las exigencias de la ley. El pacto eterno hecho con Adán en el Edén proporciona perdón por la transgresión y gracia que capacita para la obediencia mediante la fe en el Mesías venidero. 

Los hombres revelaban su fe en el Redentor ofreciendo sus sacrificios de animales y observando los otros requisitos de la ley ritual. 

Los israelitas 594 fueron lentos en aceptar este pacto dado a Adán y renovado con Abrahán (ver com. Eze. 16: 60); en cambio, prefirieron buscar justicia mediante sus propios esfuerzos para obedecer. 

Los profetas del AT trataron repetidas veces de inducir al pueblo a que aceptara las estipulaciones del plan eterno de Dios, pero no lo consiguieron. El Señor les ofreció por medio de Jeremías el nuevo pacto (ver com. Jer. 31: 33-34), 

y Ezequiel destacó la necesidad de un "corazón nuevo" y un "espíritu nuevo" (ver com. Eze. 36: 26). Por lo tanto les fue ofrecida la justificación por la fe, "pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron" (Heb. 4: 2; cf. Gál. 3: 8). 

La palabra estuvo "cerca" de ellos. Todo lo que se les pedía era que creyeran con el corazón y confesaran con la boca. Pablo contrasta en esta forma la sencillez de la justificación por la fe con la penosa y desesperada tarea de tratar de establecer en forma legalista nuestra propia justicia. 
(Rom. 10:2-3, 5). 

La palabra de fe. Es decir, el mensaje del Evangelio acerca de la fe. Esta es la única vez que aparece esta expresión en el NT. La palabra que Moisés describe como "muy cerca de ti. . . en tu boca y en tu corazón para que la cumplas" (Deut. 30: 14) esencialmente es la misma que "la palabra de fe" predicada por Pablo: el Evangelio que anuncia la fe como el principio de justificación. 

Que predicamos. Pablo añade estas palabras para destacar que la verdad de la justificación por la fe no es desconocida, sino que puede ser entendida por todos los que estén dispuestos a escuchar. Que los judíos no pueden tener excusa alegando ignorancia, se declara más plenamente en los vers. 14-21. 

 9. Que. O "porque". Si se retiene la traducción "que", significa que Pablo está presentando el contenido del mensaje en cuanto a la fe; si se prefiere "porque", quiere decir que está probando que la palabra de fe está cerca. Sea como fuere, se muestra que el contenido del mensaje de la fe corresponde con la enseñanza mosaica de Deuteronomio. 

Confesares. Gr. homologéÇ. Este mismo verbo se traduce frecuentemente "profesar", y como sustantivo, "profesión" (Tito 1: 16; Heb. 3: 1); también se ha traducido como "declarar" (Mat. 7: 23). Literalmente significa "convenir con", "decir lo mismo que otros". 

Por eso la confesión de un creyente es la expresión de su acuerdo con todo lo que Dios ha declarado que es verdadero, Esto incluye todo lo que él ha revelado en cuanto a su ley, el pecado y nuestra necesidad de un Salvador. Incluye todo lo que Dios ha declarado en cuanto al único camino de salvación: fe en su Hijo Jesucristo. Que Jesús es el Señor. Cf. 1 Cor 12: 3; Fil. 2: 11. 

Los judíos atribuían el señorío sólo a Dios el Padre. Los gentiles adoraban al emperador como a su señor; pero los cristianos reconocían a Cristo como "el Señor. . . del cielo" (1 Cor. 15: 47), el único Hijo de Dios (Juan 3: 16), que es la suprema cabeza de la iglesia (Efe. 5:23) y el Señor de todos (Hech. 10:36).
 La confesión del señorío de Cristo implica la disposición para seguir su conducción y obedecer sus mandamientos.
 (Juan 14: 21; 1 Juan 2: 3-4). 

Creyeres. Una creencia normalmente precede a una confesión, pero Pablo está siguiendo el orden del vers. 8, donde se menciona la boca antes que el corazón. En el vers. 10 Pablo presenta el orden normal: primero la fe, luego la confesión. 

Dios le levantó. Ver com. vers. 7. La resurrección fue la confirmación de las afirmaciones de Cristo en cuanto a sí mismo, el sello divino sobre su sacrificio (ver com. cap. 1: 4). Si el cristiano cree que Dios levantó a Jesús de entre los muertos, reconoce el triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte, y su poder para justificar y salvar a los pecadores (ver com. cap. 4: 25). 

 La JUSTICIA mediante la FE, en contraste con la JUSTICIA mediante la LEY (cap. 10: 5), depende de lo que Cristo ha hecho y puede hacer, y no de lo que nosotros podemos hacer. 

10. El corazón. Ver com. cap. 1: 21. Los judíos consideraban que el corazón era el asiento de la vida íntima, de los pensamientos y los sentimientos. Para ellos, el corazón no representaba las emociones como diferentes, separadas de los razonamientos. 

Cuando Pablo se refiere a creer "con el corazón", quiere decir que la fe incluye una transformación interior completa. Y este cambio da como resultado la justificación y la rectitud (cap. 3: 22; 5: 1). 

Se confiesa. La evidencia externa del cambio interior es la confesión "con la boca", el estar decididamente en armonía con lo que se cree que es verdadero. Una buena disposición para confesar a Cristo con palabras y hechos ha sido siempre la prueba para el verdadero discípulo (Mat. 10: 32; Luc. 12: 8; cf. Apoc. 3: 5). 595 Un testimonio bueno y constante delante del mundo revelará el fruto de la salvación (cf. Apoc. 2: 10). CBA EGW 


 *En el AT. La salvación o justificación siempre fue por la fe en el Mesías que vendría, y la obediencia a sus mandamientos. 

*La justicia de Dios no era desconocido en el AT. “En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra”. Jer. 23:6. 

 Y en el NT. Es por la fe en el Mesías Jesús que ya vino y se fue al cielo, pagando la deuda del hombre con su vida inmaculada y sacrificio vicario y aceptado por Dios Padre. Y la obediencia a sus mandamientos. 
Rom. 3:26; Mt. 19:16,17; Apoc. 14:12. 

¡Creer en Jesús y sus mandamientos, 
es la verdadera Justicia de la ley y la Fe! 
Rom. 2:13; 9:30-33; 3:26,30,31. Ministerio Hno. Pio