Gén 4: 3-7.
Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta. (Gén. 4: 6, 7).
El Señor vio la cólera de Caín. Vio el decaimiento de su semblante. De esta forma se nos revela cuán de cerca sigue el Señor toda acción, todas las intenciones y propósitos, sí, aun la expresión del semblante. Aunque el hombre no diga nada, su rostro puede expresar su negación a seguir el camino y la voluntad de Dios (1 CBA 1086).
Notad las palabras del Señor. . . Esta pregunta puede dirigirse a todo hombre y mujer jóvenes, quienes, como Caín, revelen su ira. . . al actuar guiados por los impulsos de Satanás, en directa oposición a los requerimientos de Dios (Manuscrito 77, 1897).
Si Ud. decide desechar la influencia sagrada y refrenadora de la verdad, Satanás le conducirá cautivo a su voluntad. Ud. estará en peligro de caer víctima de sus apetitos y pasiones, y de dar rienda suelta a las concupiscencias, al mal y a los deseos abominables. En vez de reflejar en su rostro una calma serena bajo la prueba y la aflicción, como el fiel Enoc, e irradiar la esperanza y la paz que sobrepujan el entendimiento, estampará en su rostro la huella de los pensamientos carnales y los deseos concupiscentes. Llevará la impresión de lo satánico en vez de lo divino (Joyas de los Testimonios, tomo 1. 199, 200).
Muchos niños y jóvenes llevan estampado su carácter en su semblante. Llevan la historia de su vida en las facciones del rostro. . . Si Cristo es el principio permanente del corazón, podréis leer pureza, refinamiento, paz y amor en las facciones del rostro. En otros semblantes un carácter malo exhibe su letrero; se hallan allí expresados el egoísmo, la astucia, el engaño, la falsedad, la enemistad y los celos. ¡Cuán difícil es que la verdad impresione el corazón y el semblante de tales caracteres!. . .
Cristo ha provisto toda la cultura espiritual para sus hijos. Si Jesús mora en el alma, el corazón se llena de las santas gracias de su Espíritu, el cual se manifiesta en la transformación de las facciones. Si queréis tener hermosura y amabilidad de carácter, debéis tener la ley divina escrita en el corazón y practicarla en la vida. (Consejos sobre la Obra de la Escuela Sabática, págs. 125, 126). 27
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