Neh. 1.
Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la
oración de. . . tus siervos quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora
buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. (Neh. 1:11).
Nehemías, uno de los desterrados hebreos, ocupaba
un cargo de influencia y honor en la corte de Persia. Como copero del rey,
tenía libre acceso a la presencia real. . . Por medio de este hombre. . . Dios
se proponía bendecir a su pueblo en la tierra de sus padres. . .
El patriota hebreo había sabido que habían llegado
días de prueba para Jerusalén, la ciudad escogida. Los desterrados que habían
regresado sufrían aflicción y oprobio. . . La obra de restauración se veía
estorbada, los servicios del templo eran perturbados, y el pueblo mantenido en
constante alarma por el hecho de que las murallas de la ciudad permanecían mayormente
en ruinas. . .
Con frecuencia había derramado Nehemías su alma en
favor de su pueblo. Pero mientras oraba esta vez, se formó un propósito santo
en su espíritu. Resolvió que si lograra el consentimiento del rey y la ayuda
necesaria para conseguir herramientas y material, emprendería él mismo la tarea
de reedificar las murallas de Jerusalén. . .
Durante cuatro meses Nehemías aguardó una
oportunidad favorable para presentar su petición al rey. . . Tenía un cometido
sagrado que cumplir, para el cual necesitaba ayuda del rey; y comprendía que
mucho dependía de que presentase el asunto en forma que obtuviese su aprobación
y su auxilio. Dice él: "Entonces oré al Dios de los cielos". En esa
breve oración, Nehemías se acercó a la presencia del Rey de reyes, y ganó para
sí un poder que puede desviar los corazones como se desvían las aguas de los
ríos.
La facultad de orar como oró Nehemías en el momento
de su necesidad es un recurso del cual dispone el cristiano en circunstancias
en que otras formas de oración pueden resultar imposibles. . . En momentos de
dificultad o peligro repentino, el corazón puede clamar por ayuda a Aquel que
se ha comprometido a acudir en auxilio de sus fieles creyentes cuando quiera
que le invoquen. En toda circunstancia y
condición, el alma cargada de pesar y cuidados, o fieramente asaltada por la
tentación, puede hallar seguridad, apoyo y socorro en el amor y el poder
inagotables de un Dios que guarda su pacto (Profetas y Reyes, págs. 464-467).
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AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVswLr4ZSa1m-evMmN8QvZQo
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