Mat. 11:1-6; 14:3.
Porque a vosotros os es concedido a causa de
Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él. (Fil. 1:29).
Juan el Bautista había sido el primero en
proclamar el reino de Cristo, y fue también el primero en sufrir. . . Pasó a
quedar encerrado entre las murallas de una mazmorra. . . Mientras pasaba semana
tras semana sin traer cambio alguno, el abatimiento y la duda fueron
apoderándose de él. Sus discípulos no le abandonaron. . . Pero preguntaban por
qué, si ese nuevo maestro era el Mesías, no hacía algo para conseguir la
liberación de Juan. . .
Como los discípulos del Salvador, Juan el
Bautista no comprendía la naturaleza del reino de Cristo. Esperaba que Jesús
ocupase el trono de David; y como pasaba el tiempo y el Salvador no asumía la
autoridad real, Juan quedaba perplejo y perturbado...
Había horas en que los susurros de los
demonios atormentaban su espíritu y la sombra de un miedo terrible se apoderaba
de él. ¿Podría ser que el tan esperado Libertador no hubiese aparecido
todavía?. . .
Pero el Bautista no renunció a su fe en Cristo. . . Resolvió mandar un mensaje de averiguación a
Jesús. Lo confió a dos de sus discípulos. . . Los discípulos acudieron a Jesús
con la interrogación: "¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a
otro?"...
El Salvador no respondió inmediatamente a la
pregunta de los discípulos. Mientras ellos estaban allí de pie, extrañados por
su silencio, los enfermos y afligidos acudían a él para ser sanados. . . Mientras
sanaba sus enfermedades, enseñaba a la gente. . .
Así iba transcurriendo el día, viéndolo y oyéndolo todos los discípulos de Juan. Por fin, Jesús los llamó a sí y los invitó a ir y contar a Juan lo que habían presenciado. . .
La evidencia de su
divinidad se veía en su adaptación a las necesidades de la humanidad doliente.
. .
Los discípulos llevaron el mensaje, y bastó. .
. Las palabras de Cristo no sólo le declaraban el Mesías, sino que demostraban
de qué manera había de establecerse su reino. . . Comprendiendo más claramente
ahora la naturaleza de la misión de Cristo, se entregó a Dios para la vida o la
muerte, según sirviese mejor a los intereses de la causa que amaba (El Deseado
de Todas las Gentes, págs. 185-189). 278
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVtT21nhSgD_Z_FAGjKRFGfN
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