Desde el nacimiento del
sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre de Jehová. (Sal. 113:3).
La Biblia tiene poco
que decir en alabanza de los hombres. Dedica poco espacio a relatar las
virtudes hasta de los mejores hombres que jamás hayan vivido. Este silencio no
deja de tener su propósito y su lección. Todas las buenas cualidades que poseen
los hombres son dones de Dios; realizan sus buenas acciones por la gracia de
Dios manifestada en Cristo. Como lo deben todo a Dios, la gloria de cuanto son
y hacen le pertenece sólo a él; ellos no son sino instrumentos en sus manos.
Además, según todas las
lecciones de la historia bíblica, es peligroso alabar o ensalzar a los hombres;
pues si uno llega a perder de vista su total dependencia de Dios, y a confiar
en su propia fortaleza, caerá seguramente.
El hombre lucha con
enemigos que son más fuertes que él. . . Es imposible que nosotros, con nuestra
propia fortaleza, sostengamos el conflicto; y todo lo que aleje a nuestra mente
de Dios, todo lo que induzca al ensalzamiento o a la dependencia de sí, prepara
seguramente nuestra caída. El tenor de la Biblia está destinado a inculcarnos
desconfianza en el poder humano y a fomentar nuestra confianza en el poder divino
(Patriarcas y Profetas, pág. 775).
El alma verdaderamente convertida es iluminada de lo alto. . . Sus palabras, sus motivos, sus acciones, pueden ser mal interpretados y falseados, pero no le importa porque tiene intereses más importantes en juego. . .
No ambiciona la ostentación; no
anhela la alabanza de los hombres. Su esperanza está en el cielo, y se mantiene
rectamente, con la vista fija en Jesús. Hace el bien porque es justo
(Testimonies, tomo 5, pág. 569).
Por sus obras buenas,
los seguidores de Cristo deben dar gloria, no a sí mismos, sino al que les ha dado
gracia y poder para obrar. Toda obra buena se cumple solamente por el Espíritu
Santo, y éste es dado para glorificar, no al que lo recibe, sino al Dador.
Cuando la luz de Cristo
brille en el alma, los labios darán alabanzas y gracias a Dios. Nuestras
oraciones, nuestro cumplimiento del deber, nuestra benevolencia, nuestro
sacrificio personal, no serán el tema de nuestros pensamientos ni de nuestra
conversación. Jesús será magnificado, el yo se esconderá y se verá que Cristo
es todo en todos (El Discurso Maestro de Jesucristo, pág. 69). 366
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVu_woi2DfieJHymOtiZOJzF
No hay comentarios.:
Publicar un comentario