Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,
y todas estas cosas os serán añadidas. (Mat. 6:33).
Esta promesa nunca
fallará. No podemos gozar el favor de Dios a menos que cumplamos las condiciones
que requiere para conceder su favor. Al hacerlo así, nos vendrá esa paz, esa
satisfacción y esa sabiduría que el mundo no puede dar ni quitar.
La humildad de la mente
y el corazón agradecido nos elevarán sobre pruebas insignificantes y reales dificultades.
Cuanto menos fervientes, enérgicos y atentos estemos en el servicio del Señor,
tanto más la mente estará ocupada en el yo, convirtiendo hormigueros en
montañas de dificultades. . .
La carga de la obra de Dios, puesta sobre Moisés, lo hizo un hombre de poder.
Mientras pastoreó
durante tantos años los rebaños de Jetro, obtuvo una experiencia que le enseñó
la verdadera humildad. . . La orden de liberar a Israel parecía abrumadora,
pero, en el temor de Dios, Moisés aceptó el encargo.
Observad el resultado: no rebajó la
tarea al nivel de su imperfección, sino que con la fuerza de Dios realizó los
esfuerzos más fervientes para elevarse y santificarse para su sagrada misión.
Si Moisés hubiera esperado que Dios hiciese el trabajo por él, nunca hubiera estado preparado para su posición de confianza. La luz del cielo vendrá a los que sienten necesidad de ella y que la buscan como tesoros escondidos.
Pero si nos hundimos en
un estado de inactividad, permitiendo que nos gobierne el poder de Satanás,
Dios no nos enviará su inspiración. A menos que ejercitemos al máximo las
facultades que Dios nos ha dado, siempre seremos débiles e ineficientes.
Se necesita mucha
oración y el ejercicio más vigoroso de la mente si queremos estar preparados
para realizar el trabajo que Dios nos confíe.
Muchos nunca alcanzan la posición que podrían ocupar porque esperan que Dios haga para ellos lo que él les ha dado capacidad de hacer por sí mismos.
Todos los que hayan de ser útiles en esta vida deben pasar por la escuela de la disciplina mental y moral más severa, y entonces Dios los ayudará combinando el poder divino con el esfuerzo humano. . . Los hábitos equivocados no son vencidos por un solo esfuerzo. Sólo mediante una lucha larga y penosa se domina al yo.
(Testimonies,
tomo 4, págs. 610-612). 371
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVu_woi2DfieJHymOtiZOJzF
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