Todo aquel que lucha, de todo se abstiene. (1 Corintios 9:25).
A nosotros nos toca decidir individualmente si nuestras vidas han de ser regidas por la mente o por el cuerpo.
Cada joven debe hacer por sí mismo la decisión que amoldará su vida, y no se deberían ahorrar energías para hacerle comprender las fuerzas con las cuales tendrá que contender, y las influencias que modelan el carácter y determinan el destino.
La intemperancia es un enemigo contra el cual debemos precavernos todos.
El rápido aumento de este temible mal debería incitar a la lucha a todo el que ama al género humano. -La educación, pág. 202.
La observancia de la temperancia y la regularidad en todas las cosas tiene un poder maravilloso.
Para producir la dulzura y la serenidad del carácter que tanto contribuyen a suavizar el camino de la vida, serán de más valor que las circunstancias o las dotes naturales.
Al mismo tiempo, el dominio propio así adquirido resultará ser una de las condiciones más valiosas para hacer frente con éxito a los serios deberes y las realidades que esperan a todo ser humano.
Los caminos de la sabiduría "son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz" (Proverbios 3:17).
Medite todo joven que tiene ante sí posibilidades de un destino superior al de reyes coronados en la lección transmitida por las palabras del sabio: "¡Bienaventurada tú, tierra, cuando... tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para beber!" (Eclesiastés 10:17). -lbíd., pág. 206.
Dice Dios. "Porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán". "Porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo".
"Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos" (Proverbios 3:2; 4:22, 16:24).
Los jóvenes necesitan comprender la profunda verdad fundamental de la declaración bíblica según la cual con Dios "está el manantial de la vida" (Salmos 36:9).
No sólo es el Creador de todo, sino la vida de todo lo viviente.
Es su vida la que recibimos en la luz del sol, en el aire puro y suave, en el alimento que fortifica nuestros cuerpos y sostiene nuestra fuerza.
Por su vida existimos hora tras hora, momento tras momento.
A menos que hayan sido pervertidos, todos sus dones tienden a la vida, la salud y el gozo.
"Todo lo hizo hermoso en su tiempo" (Eclesiastés 3:11), y se obtendrá la verdadera belleza no echando a perder la obra de Dios, sino armonizándola con las leyes de Aquel que creó todas las cosas y que se complace en su belleza y perfección. -Ibíd., págs. 197,198. RJ 138/EGW/MHP 139
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=9Yb8-GGnSqQ&list=PLtrFh-HO7ogCN7TYCzWFldOpHDCN8XOF7&index=12&pp=sAQB
No hay comentarios.:
Publicar un comentario