Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. (Gálatas 6:8).
Las pasiones inferiores tienen su sede en el cuerpo y obran por su medio.
Las palabras "carne", "carnal" o "concupiscencias carnales" abarcan la naturaleza inferior y corrupta; por sí misma la carne no puede obrar contra la voluntad de Dios.
Se nos ordena que crucifiquemos la carne, con los afectos y las concupiscencias. ¿Cómo lo haremos? ¿Infligiremos dolor al cuerpo? No, pero daremos muerte a la tentación de pecar. Debe expulsarse el pensamiento corrompido.
Todo intento debe someterse al cautiverio de Jesucristo.
Todas las propensiones animales deben sujetarse a las facultades superiores del alma.
El amor de Dios debe reinar supremo; Cristo debe ocupar un trono indiviso.
Nuestros cuerpos deben ser considerados como su posesión adquirida.
Los miembros del cuerpo han de llegar a ser los instrumentos de la justicia.
-El hogar Cristiano, pág. 112.
El estricto acatamiento de los requerimientos de Dios es beneficioso para la salud de cuerpo y mente.
A fin de alcanzar el más elevado nivel de realizaciones morales e intelectuales, es necesario procurar sabiduría y fortaleza de Dios, y observar estricta temperancia en todos los hábitos de vida.
En la experiencia de Daniel y sus compañeros tenemos un ejemplo del triunfo de los principios sobre las tentaciones a ceder al apetito.
Nos muestra que mediante principios religiosos los jóvenes pueden triunfar sobre las concupiscencias de la carne y mantenerse fieles a los requerimientos de Dios, aun cuando les cueste un gran sacrificio...
Deberíamos considerar las palabras del apóstol por medio de las cuales él exhorta a sus hermanos, por las misericordias de Dios, a presentar sus cuerpos "en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios" (Romanos 12:1).
Esto es verdadera santificación. No es meramente una teoría, una emoción o una forma de palabras, sino un principio vivo y activo que penetra en la vida diaria.
Requiere que nuestros hábitos en materia de comida, bebida y vestido sean tales, que aseguren la preservación de la salud física, mental y moral, para que podamos presentar nuestros cuerpos al Señor -no una ofrenda corrompida por hábitos erróneos, sino un "sacrificio vivo, santo, agradable a Dios"...
Existe una estrecha afinidad entre la naturaleza física y la moral...
Dondequiera se encuentren, los que están verdaderamente santificados elevarán el nivel moral al mantener hábitos físicos correctos y, como Daniel, ofrecerán a los demás un ejemplo de temperancia y dominio propio.
Todo apetito depravado llega a ser una concupiscencia combativa.
Todo lo que está en conflicto con la ley natural crea una condición enferma del alma...
Con cuánto cuidado los cristianos deberían regular sus hábitos, a fin de poder preservar el pleno vigor de cada facultad para entregarla al servicio de Cristo.
-Review
and Herald, 25 de enero de 1881. RJ 136/EGW/MHP 137
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=8s7xc_sdJM4&list=PLtrFh-HO7ogCN7TYCzWFldOpHDCN8XOF7&index=10&pp=sAQB
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