Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. (Salmo 139:14).
Toda facultad que Dios nos ha dado debería emplearse en el más sabio y elevado servicio a Dios.
El Señor ha separado del mundo a un pueblo no solamente a fin de hacerlo idóneo para un cielo puro y santo, sino para prepararlo por medio de la sabiduría que Él le dará para que colabore con El en preparar a un pueblo para estar de pie en el día de Dios.
Se ha dado gran luz sobre la reforma pro salud, pero es esencial que todos tratemos este tema con sinceridad y lo propugnemos con sabiduría.
En nuestra experiencia, hemos visto a muchos que no han presentado la reforma pro salud de manera tal que produzca la mejor impresión sobre quienes ellos desearían que aceptaran sus puntos de vista.
La Biblia está llena de consejos sabios, y aun la comida y la bebida reciben adecuada atención.
El privilegio más elevado que puede disfrutar el hombre es ser partícipe de la naturaleza divina, y la fe que nos une en una fuerte relación con Dios forma y modela nuestra mente y conducta de manera tal que llegamos a ser uno con Cristo.
Nadie debería por apetito intemperante complacer su gusto a tal punto que debilite alguno de los delicados engranajes de la maquinaria humana, de ese modo la mente o el cuerpo. El hombre es la posesión adquirida del Señor.
Si somos participes de la naturaleza divina, viviremos en comunión con nuestro Creador y apreciaremos todas las obras de Dios, que llevaron a David a exclamar "Formidables, maravillas son tus obras". No consideraremos que los órganos del cuerpo son nuestra propiedad particular, como si los hubiéramos creado. Todas las facultades que Dios ha dado al cuerpo humano deben ser apreciadas.
"¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios" (1 Corintios 6:19, 20).
No hemos de tratar imprudentemente una sola facultad de la mente, del alma o del cuerpo. No podemos abusar de algunos de los delicados órganos del cuerpo humano sin tener que pagar la penalidad resultante de la transgresión de las leyes de la naturaleza.
La religión de la Biblia, asimilada en la vida práctica, asegura el cultivo más elevado del intelecto.
En la palabra de Dios se exalta la temperancia a un elevado nivel. Obedeciendo su Palabra, podemos elevarnos a alturas cada vez mayores.
El peligro de la intemperancia está señalado. A lo largo de
todas las escrituras se pone de manifiesto delante de nosotros el beneficio de
adherir a la temperancia.
La voz de Dios se dirige a nosotros. "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestros Padre que está en los cielos es perfecto" (Mateo 5:48)...
La reforma pro salud, manejada sabiamente, resultará una cuña de entrada tras la cual puede penetrar la verdad con señalado éxito.
-Review and Herald, 25 de junio de 1959 (Manuscrito 5, de 1881).
RJ146/EGW/MHP 147
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=JLUrFDo-fYY&list=PLtrFh-HO7ogCN7TYCzWFldOpHDCN8XOF7&index=20&pp=sAQB
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