martes, 2 de febrero de 2021

02. “ADENTRO ESTARÁS SALVO” (NOÉ) II. CONFLICTO Y VALOR (EGW).

Gén. 7.

Dijo luego Jehová a Noé: entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación. (Gén. 7:1).

Noé había seguido fielmente las instrucciones que había recibido de Dios. El arca se terminó en todos sus aspectos como Dios lo había mandado, y fue provista de alimentos para los hombres y las bestias. Y entonces el siervo de Dios dirigió su última y solemne súplica a la gente. Con anhelo indecible, les rogó que buscasen refugio mientras era posible encontrarlo. Nuevamente rechazaron sus palabras, y alzaron sus voces en son de burla y de mofa. De repente reinó el silencio entre aquella multitud escarnecedora. Animales de toda especie, desde los más feroces hasta los más mansos, se veían venir de las montañas y los bosques, y dirigirse tranquilamente hacia el arca.

Se oyó un ruido como de un fuerte viento, y he aquí los pájaros que venían de todas direcciones en tal cantidad que oscurecieron los cielos, y entraban en el arca en perfecto orden. Los animales obedecían la palabra de Dios, mientras que los hombres la desobedecían (Patriarcas y Profetas, pág. 85).

Cuando vieron a las bestias venir de los bosques hacia la puerta del arca, y a Noé llevarlas adentro, habían resistido y negado por tanto tiempo el mensaje que Dios les había dado, que su conciencia ya no reaccionaba (Carta 1081. Año 1896).

La misericordia dejó de suplicar a la raza culpable. Las bestias de los campos y las aves del aire habían entrado en su refugio. Noé y su familia estaban en el arca: "Y Jehová le cerró la puerta"... La maciza puerta, que no podían cerrar los que estaban dentro, fue puesta lentamente en su sitio por manos invisibles. Noé quedó adentro y los que habían desechado la misericordia de Dios quedaron afuera.

El sello del cielo fue puesto sobre la puerta; Dios la había cerrado, y sólo Dios podía abrirla. Así mismo, cuando Cristo deje de interceder por los hombres culpables, antes de su venida en las nubes del cielo, la puerta de la misericordia será cerrada. Entonces la gracia divina ya no refrenará más a los impíos, y Satanás tendrá dominio absoluto sobre los que hayan rechazado la misericordia divina. Pugnarán ellos por destruir al pueblo de Dios. Pero así como Noé fue guardado en el arca, los justos serán escudados por el poder divino (Patriarcas y Profetas, pág. 86). 40

 

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