domingo, 28 de marzo de 2021

28. “EL CÁNTICO DE MOISÉS Y DEL CORDERO” (MOISÉS-ISRAEL) III. CONFLICTO Y VALOR (EGW).

Exo. 15.

Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación. Este es mi Dios y lo alabaré; Dios de mi padre y lo enalteceré. (Exo. 15: 2).

Una sola noche les había traído completa liberación del más terrible peligro. Aquella vasta y desamparada muchedumbre de esclavos no acostumbrados a la batalla, de mujeres, niños y ganado, que tenían el mar frente a ellos y los poderosos ejércitos de Egipto a sus espaldas, habían visto una senda abierta a través de las aguas, y sus enemigos derrotados en el momento en que esperaban el triunfo. Jehová solo los había libertado, y a él, elevaron con fervor sus corazones agradecidos. Sus emociones encontraron expresión en cantos de alabanza. El Espíritu de Dios se posó sobre Moisés, el cual dirigió al pueblo en un triunfante himno de acción de gracias, el más antiguo y uno de los más sublimes que el hombre conoce. . .

Ese canto no pertenece sólo al pueblo judío. Indica la futura destrucción de todos los enemigos de la justicia, y señala la victoria final del Israel de Dios. El profeta de Patmos vio la multitud vestida de blanco, "los que habían alcanzado la victoria", que estaban sobre "un mar de vidrio mezclado con fuego", "teniendo las arpas de Dios". "Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero" (Apoc. 15: 2, 3) . . .

Al libertar nuestras almas de la esclavitud del pecado, Dios ha obrado para nosotros una liberación todavía mayor que la de los hebreos ante el mar Rojo. Como la hueste hebrea, nosotros debemos alabar al Señor con nuestro corazón, nuestra alma, y nuestra voz por "sus maravillas para con los hijos de los hombres" (Sal. 107: 8). Los que meditan en las grandes misericordias de Dios, y no olvidan sus dones menores, se llenan de felicidad y cantan en sus corazones al Señor. Las bendiciones diarias que recibimos de la mano de Dios, y sobre todo, la muerte de Jesús para poner la felicidad y el cielo a nuestro alcance, debieran ser objeto de constante gratitud. . .

Todos los habitantes del cielo se unen para alabar a Dios. Aprendamos el canto de los ángeles ahora, para que podamos cantarlo cuando nos unamos a sus huestes resplandecientes (Patriarcas y Profetas, págs. 292-294). 94

AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuUCOpUfXzaq8n4wQXmyR80

 

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