1 Sam. 17: 1-37.
Cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún
cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y
si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo
mataba. (1 Sam. 17: 34, 35).
David crecía en favor ante Dios y los hombres. Había
sido educado en los caminos del Señor, y ahora dedicó su corazón más plenamente
que nunca a hacer la voluntad de Dios.
Tenía nuevos temas en que pensar. Había estado en la corte del rey, y
había visto las responsabilidades reales. Había descubierto algunas de las
tentaciones que asediaban el alma de Saúl, y había penetrado en algunos de los
misterios del carácter y el trato del primer rey de Israel. Había visto la
gloria real ensombrecida por una nube oscura de tristeza, y sabía que en su
vida privada la casa de Saúl distaba mucho de tener felicidad. Todas estas
cosas provocaban inquietud en el que había sido ungido para ser rey de Israel.
Pero cuando se sentía absorto en profunda meditación, y atribulado por
pensamientos de ansiedad, echaba mano a su arpa y producía acordes que elevaban
su mente al Autor de todo lo bueno, y se disipaban las nubes oscuras que
parecían entenebrecer el horizonte del futuro.
Dios estaba enseñando a David lecciones de
confianza. Como Moisés fue educado para su obra, así también el Señor preparaba
al hijo de Isaí para hacerlo guía de su pueblo escogido. En su cuidado de los
rebaños, aprendía a apreciar en forma especial el cuidado que el gran Pastor
tiene por las ovejas de su dehesa.
En las colinas solitarias y las hondonadas salvajes
por donde vagaba David con sus rebaños había fieras en acecho. A menudo salía
algún león de los bosquecillos que había al lado del Jordán, o algún oso, de su
madriguera, en las colinas, y enfurecidos por el hambre venían a atacar los
rebaños. De acuerdo con las costumbres de su tiempo, David sólo estaba armado
de su honda y su cayado; pero no tardó en dar pruebas de su fuerza y su valor
al proteger a los animales que custodiaba. . .
Su experiencia en estos asuntos probó el corazón de
David y desarrolló en él valor, fortaleza y fe (Patriarcas y Profetas, págs.
697, 698). 162
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuozPJtDXwpVnSKXr1hJGB-
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