1 Sam. 17: 4-29.
Y añadió el Filisteo: Hoy yo he desafiado al
campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. (1 Sam. 17: 10).
Cuando Israel declaró la guerra a los filisteos,
tres de los hijos de Isaí se unieron al ejército bajo las órdenes de Saúl; pero
David permaneció en casa. Después de algún tiempo, sin embargo, fue a visitar
el campamento de Saúl. Por orden de su padre debía llevar un mensaje y un
regalo a sus hermanos mayores y averiguar si estaban sanos y salvos. . . A medida que David se acercaba al ejército,
oyó un alboroto, como si se estuviera por entablar una batalla. . .
Goliat, el campeón de los filisteos, salió, y con
lenguaje ofensivo retó a duelo a Israel, y lo desafió a presentar de entre sus
filas un hombre que pudiera enfrentársele en singular pelea (Patriarcas y
Profetas, pág. 698).
Durante cuarenta días la hueste israelita había
temblado ante el desafío arrogante del gigante filisteo. Sus corazones decaían
cuando miraban al enorme cuerpo, que medía seis codos y un palmo. Llevaba en la
cabeza un almete de metal, y estaba vestido de una coraza de planchas que
pesaba cinco mil siclos y con grebas de metal en las piernas. La cota estaba
hecha de planchas de metal puestas la una sobre la otra, como las escamas de un
pez, tan estrechamente juntadas que ningún dardo o saeta podía penetrar a
través de la armadura. A la espalda el
gigante llevaba una jabalina o lanza enorme, también de bronce. " El asta de su lanza era como un
rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e
iba su escudero delante de él" (Id., pág. 700).
Israel no desafió a Goliat, sino que Goliat hizo
sus alardes de orgullo contra Dios y su pueblo. El desafío, la jactancia y las
quejas deben venir de los opositores de la verdad, quienes actúan como Goliat. Pero
no debiera verse a nadie con este espíritu entre aquellos a quienes Dios ha
enviado a proclamar el último mensaje de advertencia a un mundo condenado.
Goliat confiaba en su armadura. Aterrorizaba a los
ejércitos de Israel con sus jactancias desafiantes, salvajes, mientras hacia un
imponente despliegue de su armadura, que era su fuerza (Testimonies, tomo 3,
págs. 218, 219). 163
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuozPJtDXwpVnSKXr1hJGB-
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