1 Sam. 17: 28-37.
Añadió David: Jehová, que me ha librado de las
garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de
este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo. (1 Sam. 17: 37).
Cuando David vio que todo Israel estaba
amedrentado, y supo que el filisteo lanzaba su desafío día tras día, sin que se
levantara un campeón que acallara al jactancioso, su espíritu se conmovió
dentro de él. Se encendió su celo para salvar el honor del Dios viviente y el
crédito de su pueblo (Patriarcas y Profetas, pág. 698).
David, en su humildad y celo por Dios y por su
pueblo, se ofreció para enfrentar a ese jactancioso. Saúl accedió e hizo que su
propia armadura real le fuera colocada a David.
Pero éste no consintió en usarla. Se quitó la armadura del rey porque no
la había probado. Había probado a Dios y, al confiar en él, había obtenido
victorias especiales. Al ponerse la armadura de Saúl habría dado la impresión
de ser un guerrero, cuando era solamente el pequeño David que cuidaba las
ovejas. No quería que se diera el crédito a la armadura de Saúl, porque su
confianza estaba depositada en el Señor Dios de Israel (3Testimonies, pág. 219).
Escogiendo cinco piedras lisas en el arroyo, las
puso en su talega, y con su honda en la mano se aproximó al filisteo. El
gigante avanzó audazmente, esperando encontrarse con el más poderoso de los
guerreros de Israel. Su escudero iba delante de él, y parecía que nada podía
resistirle. Cuando se acercó a David, no vio sino un zagalillo, llamado mancebo
a causa de su juventud. El semblante de David era rosado de salud; y su cuerpo
bien proporcionado, sin protección de armadura, se destacaba ventajosamente; no
obstante, entre su figura juvenil y las macizas proporciones del filisteo,
había un marcado contraste.
Goliat se llenó de asombro y de ira. "¿Soy yo
perro", exclamó, "para que vengas a mí con palos?" Y entonces
soltó contra David las maldiciones y los insultos más terribles, en nombre de
todos los dioses que conocía. Gritó mofándose: "Ven a mí, y daré tu carne
a las aves del cielo, y a las bestias del campo" (Patriarcas y Profetas,
pág. 701). 164
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuozPJtDXwpVnSKXr1hJGB-
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