Bienaventurados
los pacificadores, porque ellos serán hijos de Dios (Mateo 5:9).
Cristo es el "Príncipe de paz", y su misión es devolver al cielo y a la tierra la paz destruida por el pecado.
"Justificados,
pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo" (Romanos 5:1).
Quien consienta en renunciar al pecado y abra el corazón al amor de Cristo participará de esta paz celestial.
No hay otro fundamento para la paz. La gracia de Cristo, aceptada en el corazón, vence la enemistad, apacigua la lucha y llena el alma de amor.
El que está en armonía con Dios y con su prójimo no sabrá lo que es la desdicha. No habrá envidia en su corazón ni su imaginación albergará el mal; allí no podrá existir el odio.
El corazón que está de acuerdo con Dios participa de la paz del cielo y esparcirá a su alrededor una influencia bendita. El espíritu de paz se asentará como rocío sobre los corazones cansados y turbados por la lucha del mundo.
Los seguidores de Cristo son enviados al mundo con el mensaje de paz. Quienquiera que revele el amor de Cristo por la influencia inconsciente y silenciosa de una vida santa; quienquiera que incite a los demás, por palabra o por hechos, a renunciar al pecado y entregarse a Dios, es un pacificador.
"Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios".
El espíritu de paz es prueba de su relación con el Cielo. El dulce sabor de Cristo los envuelve.
La fragancia de la vida y la
belleza del carácter revelan al mundo que son hijos de Dios. Sus semejantes reconocen
que han estado con Jesús...
"El remanente de Jacob será en medio de muchos pueblos como el rocío
de Jehová, como las lluvias sobre la hierba" (Miqueas 5:7). El discurso maestro de
Jesucristo, págs 27, 28.
Cuando Isaías predijo el nacimiento del Mesías, le confirió el título de "Príncipe de Paz".
Cuando los ángeles anunciaron a los pastores que Cristo había nacido, cantaron sobre los valles de Belén: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!" (Lucas 2:14).
Hay contradicción aparente entre estas declaraciones proféticas y las palabras de Cristo: "No he venido para traer paz, sino espada" (Mateo 10:34).
Pero si se las entiende correctamente, se nota armonía perfecta entre ellas.
El Evangelio es un mensaje de paz.
El cristianismo es un sistema que, de ser recibido y practicado, derramaría paz, armonía y dicha por toda la tierra.
La religión de Cristo unirá en estrecha fraternidad a todos los que acepten sus enseñanzas.
La misión de Jesús consistió en reconciliar a los hombres con Dios, y así a unos con otros. El gran conflicto, págs. 50,51. RJ30/EGW/MHP 31
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=bS2Jmvhi0-8&list=PLtrFh-HO7ogAQRUFvkOyvYEFpjjoDg9Aq&index=25&pp=sAQB
No hay comentarios.:
Publicar un comentario