Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. (Romanos 8:34).
La revelación del amor de Dios al hombre tiene su centro, en la cruz.
No hay lengua capaz de expresar todo su significado, ni pluma que pueda describirla, ni inteligencia humana apta para comprenderla.
Al contemplar la cruz del Calvario, sólo podemos decir: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna" (Juan 3:16).
Cristo crucificado por nuestros pecados, Cristo resucitado de los muertos, Cristo que ascendió al cielo, tal es la ciencia de la salvación que debemos aprender y enseñar...
"Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios". "Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos" (Romanos 8:34; Hebreos 7:25)...
Es por medio del don de Cristo como recibimos toda bendición. Mediante este don se derrama sobre nosotros día tras día, sin interrupción, el raudal de la bondad de Jehová.
Todas las flores, con sus delicados tintes y fragancias, nos son dadas para nuestro deleite por medio de este único don. El sol y la luna fueron hechos por El.
No hay una sola estrella que embellezca el cielo que El no hiciera. Cada gota de lluvia que cae, cada rayo de luz derramado sobre nuestro ingrato mundo atestiguan el amor de Dios en Cristo.
Todo lo recibimos por medio del único don inefable, el unigénito Hijo de Dios. Fue clavado en la cruz para que todas estas larguezas fluyeran sobre toda la creación de Dios.
"Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios" (1 Juan 3:1)...
El conocimiento de Dios tal como fue revelado en Cristo es el que deben tener todos los salvados. Es el conocimiento que transforma el carácter. Una vez recibido, este conocimiento renovará el alma a la imagen de Dios. Comunicará a todo el ser un poder espiritual divino...
De su propia vida dijo el Salvador: "He guardado los mandamientos de mí Padre" (Juan 15:10).
"No me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada" (Juan 8:29).
Lo que Cristo fue en la naturaleza humana, quiere Dios que sean sus discípulos. Con su fuerza hemos de vivir la vida de nobleza y pureza que el Salvador vivió. El ministerio de curación, págs. 331, 332.
Nuestra única seguridad se encuentra en la roca Cristo Jesús.
Alza tus ojos,
pág. 291. RJ25/EGW/MHP 26
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=KBvJ6jcLIrw&list=PLtrFh-HO7ogAQRUFvkOyvYEFpjjoDg9Aq&index=20&pp=sAQB
No hay comentarios.:
Publicar un comentario