Exo. 32: 7-24.
Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este
Pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado? (Exo. 32: 21).
Aarón trató de defenderse explicando los clamores
del pueblo. . . Pero de nada le valieron sus excusas y subterfugios. . .
El hecho de que Aarón había sido bendecido y
honrado más que el pueblo, hacía tanto más odioso su pecado. Fue Aarón,
"El santo de Jehová" (Sal. 106: 16) el que había hecho el ídolo y
anunciado la fiesta. Fue él, que había sido nombrado portavoz de Moisés y
acerca de quien Dios mismo había manifestado: "Yo sé que él puede hablar
bien" (Exo. 4: 14), el que no impidió a los idólatras que cumplieran su osado propósito contra el Cielo. Fue Aarón, por
medio de quien Dios había obrado y enviado juicios sobre los egipcios y sus
dioses, el que sin inmutarse oyó proclamar ante la imagen fundida: "Estos
son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto". Fue él, que
presenció la gloria del Señor cuando estuvo con Moisés en el monte y que no
había visto nada en ella de lo cual pudiese hacerse una imagen, el que trocó
aquella gloria en la semejanza de un becerro. Fue él, a quien Dios había
confiado el gobierno del pueblo en ausencia de Moisés, el que sancionó la
rebelión del pueblo por lo cual "contra Aarón también se enojó Jehová en
gran manera para destruirlo" (Deut. 9: 20). Pero en respuesta a la vehemente
intercesión de Moisés, se le perdonó la vida; y porque se humilló y se
arrepintió fue restituido al favor de Dios.
Si Aarón hubiera tenido valor para sostener lo
recto, sin importarle las consecuencias, habría podido evitar aquella apostasía.
Si hubiera mantenido inalterable su fidelidad a Dios, si hubiera recordado al
pueblo los peligros del Sinaí y su pacto solemne con Dios, por el cual se
habían comprometido a obedecer su ley, se habría impedido el mal. Pero su
sumisión a los deseos del pueblo y la tranquila seguridad con la cual procedió
a llevar a cabo los planes de ellos, los llevó a hundirse en el pecado más de
lo que habían pensado. . .
De todos los pecados que Dios castigará, ninguno es
más grave ante sus ojos que el de aquellos que animan a otros a cometer el mal
(Patriarcas y Profetas, págs. 331-333). 99
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuUCOpUfXzaq8n4wQXmyR80
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