martes, 13 de abril de 2021

13. “PERDIÓ LA PACIENCIA” (MOISÉS) IV. CONFLICTO Y VALOR (EGW).

Núm. 20: 1-13.

Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. (Sant. 1: 4).

A pesar de ser Moisés el hombre más manso sobre la tierra, en una ocasión atrajo sobre sí mismo el desagrado de Dios. Los inmerecidos reproches del pueblo que caían sobre él lo llevaron a olvidar por un momento que su murmuración no era contra él sino contra Dios; y en lugar de afligirse porque se insultaba al Espíritu de Dios, se irritó, ofendido, y en forma obstinada e impaciente golpeó la roca dos veces, diciendo: "¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?"

Moisés reveló gran debilidad frente al pueblo. Mostró una notoria falta de dominio propio, un espíritu similar al que poseían los murmuradores. Debiera haber sido un ejemplo de indulgencia y paciencia ante la multitud, lista para excusar sus propios errores, descontento y murmuraciones irrazonables a causa de esa exhibición de mal proceder de su parte. El pecado mayor consistió en tomar el lugar de Dios. La posición de honor que Moisés había ocupado hasta ese momento no disminuía su culpa, sino que la magnificaba grandemente. Allí estaba, caído, un hombre hasta entonces intachable.

 Muchos, en un caso similar, pretenderían que su propio pecado fuese pasado por alto a causa de su larga vida de inconmovible fidelidad. Pero no: era algo más serio el que un hombre que había sido honrado por Dios mostrara debilidad de carácter al exhibir un arranque de cólera, que el haber hecho lo mismo ocupando una posición de menos responsabilidad. Moisés era representante de Cristo, ¡pero cuán tristemente lo desfiguró!  Moisés había pecado, y su fidelidad pasada no podía expiar su pecado presente. . . 

Moisés y Aarón debían morir sin entrar en Canaán, sujetos al mismo castigo que recayó sobre aquellos que se encontraban en una posición más humilde. Se inclinaron en sumisión, aunque con inefable angustia de corazón; pero su amor a Dios y su confianza en él permanecieron inconmovibles. . .Pocos comprenden la pecaminosidad del pecado. . . 

Los casos de Moisés y Aarón. . . muestran que no es seguro pecar de palabra, de pensamiento o de hecho (Testimonies, tomo 4, págs. 370, 371). 110

AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuUCOpUfXzaq8n4wQXmyR80

 

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