Exo. 33: 1-17.
Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla
cualquiera a su compañero. (Exo. 33: 11).
Después de la transgresión de Israel, cuando éste
se hizo el becerro de oro, Moisés volvió a interceder ante Dios en favor de su
pueblo... Había aprendido por experiencia que a fin de tener influencia sobre
el pueblo, debía tener primero poder con Dios. El Señor leyó la sinceridad y el
propósito abnegado del corazón de su siervo, y condescendió en comunicarse con
este débil mortal cara a cara, como un hombre habla con un amigo. Moisés se
confió a Dios a sí mismo junto con todas sus cuitas, y abrió libremente su alma
delante de él. El Señor no reprendió a su siervo sino que condescendió en
escuchar sus súplicas. . .
La respuesta que recibió fue: "Mi rostro irá contigo,
y te haré descansar". Pero Moisés no creía que podía conformarse con
esto. Había ganado mucho, pero anhelaba
acercarse más a Dios, y obtener mayor seguridad de su permanente presencia. Había
llevado la carga de Israel; había soportado un peso abrumador de
responsabilidad; cuando el pueblo pecaba, él sufría intenso remordimiento, como
si él mismo fuese culpable; y ahora oprime su alma un sentimiento de los
terribles resultados que se producirán si Dios abandona a los hijos de Israel a
la dureza e impenitencia de su corazón. . . Moisés insiste en su petición con
tanto fervor y sinceridad, que le llega la respuesta: "También haré esto
que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por
tu nombre".
Al llegar a este punto esperaríamos que el profeta
dejaría de interceder; pero no, envalentonado por su éxito, se atreve a
acercarse más a Dios, con una santa familiaridad que supera casi nuestra
comprensión. Hace luego una petición que ningún ser humano hizo antes:
"Ruégote que me muestres tu gloria". ¡Qué petición de parte de un ser
mortal finito! Pero, ¿es rechazado? ¿Le reprende Dios por su pretensión? No; oímos las misericordiosas palabras:
"Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro". . .
En la historia de Moisés podemos ver cuán íntima
comunión con Dios puede gozar el hombre (Testimonios Selectos, tomo 3, págs.
383-385). 100
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuUCOpUfXzaq8n4wQXmyR80
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