Pero una cosa hago:
olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo
Jesús. (Fil. 3:13,14).
Pablo hacía muchas
cosas. Era un sabio maestro. Sus muchas cartas están llenas de lecciones
instructivas que exponen principios correctos. Trabajaba con sus manos, porque
era fabricante de tiendas, y de esta manera ganaba el pan de cada día. Sentía
una pesada responsabilidad por las iglesias. Luchaba muy fervientemente para
mostrarles [a los miembros] sus errores, a fin de que pudieran corregirlos y no
ser engañados y alejados de Dios.
Siempre trataba de
ayudarles en sus dificultades; y sin embargo declara: "Una cosa
hago". . . Las responsabilidades de su vida eran muchas, sin embargo
siempre mantenía frente a él esa "una cosa". La sensación constante
de la presencia de Dios lo obligaba a mantener su vista mirando siempre a Jesús,
el Autor y Consumador de su fe (Carta 135, 1897, págs. 6, 7).
El gran propósito que
le constreñía a avanzar ante las penalidades y dificultades, debe inducir a
cada obrero cristiano a consagrarse enteramente al servicio de Dios. Se le
presentarán atracciones mundanales para desviar su atención del Salvador, pero
debe avanzar hacia la meta, mostrando al mundo, a los ángeles y a los hombres
que la esperanza de ver el rostro de Dios es digna de todo el esfuerzo y
sacrificio que demanda el logro de esta esperanza (Los Hechos de los Apóstoles,
pág. 386).
El discípulo más
humilde de Cristo puede llegar a ser un habitante del cielo, un heredero de
Dios de una herencia incorruptible e inmarcesible.
¡Oh, si cada uno pudiera elegir el don celestial, convirtiéndose en heredero de Dios de esa herencia cuyo título está a salvo de todo destructor, mundo sin fin!
¡No
elijáis el mundo, sino la herencia mejor! Apresurad, acelerad vuestro camino
hacia la meta para recibir el premio de vuestra elevada vocación en Cristo
Jesús (Fundamentals of Christian Education, pág. 235).
Pronto presenciaremos la coronación de nuestro Rey. Aquellos cuya vida quedó escondida con Cristo, aquellos que en esta tierra pelearon la buena batalla de la fe, resplandecerán con la gloria del Redentor en el reino de Dios.
(Joyas de los Testimonios, tomo
3, pág. 434). 354
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuPpX6vP-uxa30H1-0TyxIr
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