Hech. 25.
Ante el tribunal de
César estoy, donde debo ser juzgado. . . Porque si algún agravio, o cosa alguna
digna de muerte he hecho, no rehúso morir; pero si nada hay de las cosas de que
éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. A César apelo. (Hech. 25:10,11).
Una vez más, a causa
del odio nacido del fanatismo y de la justicia propia, un siervo de Dios fue
inducido a buscar protección entre los paganos. Fue este mismo odio el que
indujo a Elías a huir y pedir socorro a la viuda de Sarepta, y el que obligó a
los heraldos del Evangelio a apartarse de los judíos para proclamar su mensaje
a los gentiles.
Y el pueblo de Dios que vive en este siglo tiene todavía que afrontar este odio.
Entre muchos de los profesos
seguidores de Cristo existe el mismo orgullo, formalismo y egoísmo, el mismo
espíritu opresor, que reinaba en tan grande medida en el corazón de los judíos.
. . En la gran crisis por la cual tendrán que pasar pronto, los fieles siervos
de Dios encontrarán la misma dureza de corazón, la misma cruel determinación y
el mismo odio implacable.
Todo el que en ese día
malo quiera servir sin temor a Dios, de acuerdo con los dictados de su
conciencia, Necesitará Valor, Firmeza Y Conocimiento De Dios Y De Su Palabra;
porque los que sean fieles a Dios serán perseguidos, sus motivos serán
condenados, sus mejores esfuerzos serán desfigurados y sus nombres serán
denigrados. Satanás obrará con todo su poder engañador para influir en el
corazón y oscurecer el entendimiento, para hacer pasar lo malo por bueno, y lo
bueno por malo. . .
Dios desea que su pueblo se prepare para la crisis venidera. . .
Solamente aquellos que vivan en
conformidad con la norma divina, permanecerán firmes en el tiempo de la prueba.
Cuando los gobernantes seculares se unan con los ministros de la religión para
legislar en asuntos de conciencia, entonces se verá quiénes realmente temen y
sirven a Dios.
Cuando las tinieblas
sean más profundas, la luz de un carácter semejante al de Dios brillará con el
máximo fulgor. . . Y mientras los enemigos de la verdad estén por doquiera,
vigilando a los siervos de Dios para mal, Dios velará por ellos para bien. Será
para ellos como la sombra de un gran peñasco en tierra desierta (Los Hechos de
los Apóstoles, págs. 344, 345). 355
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuPpX6vP-uxa30H1-0TyxIr
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