En mi primera defensa
ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon. . . Pero el Señor
estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la
predicación, y que todos los gentiles oyesen. (2 Tim. 4:16,17).
Cuando Pablo recibió la orden de comparecer ante Nerón para la vista de su causa, tenía ante sí la perspectiva de una muerte segura. . .
Entre los cristianos en Roma nadie se adelantó para apoyarle en esa hora de prueba. . .
!Pablo ante Nerón! !Qué
notable contraste! . . .
El nombre de Nerón hacía temblar al mundo. Caer en su desagrado significaba perder la propiedad, la libertad y la vida; y su enojo era más temible que la peste.
Sin dinero, ni
amigos, ni consejeros, el anciano apóstol compareció ante Nerón, cuyo aspecto
revelaba las vergonzosas pasiones que en su interior rebullían, mientras que el
rostro del acusado reflejaba un corazón en paz con Dios (HAp. 392, 393).
¿Cómo Se Podía Esperar Que Nerón, Tirano Caprichoso, Apasionado Y Licencioso Comprendiera O Apreciara El Carácter Y Los Motivos De Este Hijo De Dios? . . .
Los resultados de
sistemas opuestos de educación contrastaban entre sí ese día: una vida de
complacencia propia sin frenos, y una vida de completo sacrificio.
ALLÍ
Estaban Los Representantes De Dos Teorías De Vida: El
Egocentrismo Que Todo Lo Absorbe, Que No Considera Nada Demasiado Valioso Como
Para No Ser Sacrificado En Aras De La Complacencia Momentánea, Y La Paciente
Abnegación Que No Vacila En Dar La Vida, Si Fuese Necesario, Para El Bien De
Otros. . .
El público y los jueces le miraban sorprendidos. Habían presenciado muchos procesos y observado a muchos criminales; pero nunca habían visto a un hombre que denotara tan santa tranquilidad. . . Sus palabras tocaron una cuerda que vibró aun en el corazón más endurecido. La verdad clara y convincente desbarataba el error. . .
Las verdades declaradas aquel día habrían
de conmover las naciones. . .
Fiel entre los
infieles, leal entre los desleales, [Pablo] se yergue como representante de
Dios, y su voz es como una voz del cielo. . . Sus palabras son como un grito de
victoria que se oye por encima del fragor de la batalla (Signs of the Times,
5-5-1906). 356
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuPpX6vP-uxa30H1-0TyxIr
No hay comentarios.:
Publicar un comentario