Luc. 22:31-34.
Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí
Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti,
que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. (Luc. 22:31,32).
Temerario, agresivo, confiado en sí mismo,
rápido para percibir y apresurado para actuar, pronto para vengarse, y, sin embargo,
generoso para perdonar. Pedro se equivocó a menudo, y a menudo fue reprendido. No
fueron menos reconocidas y elogiadas su lealtad afectuosa y su devoción a
Cristo.
El Salvador trató a su impetuoso discípulo con
paciencia y amor inteligente, esforzándose por reprimir su engreimiento y
enseñarle humildad, obediencia, y confianza. Pero la lección fue aprendida sólo
en parte. . . Repetidas veces Jesús le advirtió que negaría que le conocía. Del
corazón apenado y amante del discípulo brotó la declaración: "¡Señor,
dispuesto estoy para ir contigo a la cárcel, y a la muerte!". . .
Cuando Pedro negó en la sala del tribunal que
conocía al Salvador; cuando su amor y lealtad, despertados por la mirada de
compasión, amor y pena del Salvador le hicieron salir al huerto donde Cristo
había llorado y orado; cuando sus lágrimas de remordimiento cayeron al suelo
que había sido humedecido con las gotas de sangre de la agonía del Señor, las
palabras del Salvador: "Mas yo he rogado por ti. . ." fueron un
sostén para su alma. Cristo, aunque había previsto su pecado, no lo había
abandonado a la desesperación.
Si la mirada que Jesús le dirigió hubiese expresado
condenación en vez de lástima; si al predecir el pecado no hubiese hablado de
esperanza, ¡cuán densa hubiera sido la oscuridad que rodeó a Pedro! . . .
Aquel que no pudo librar a su discípulo de la
angustia, no lo dejó abandonado a su amargura. Su amor no se agota ni abandona.
los seres humanos, entregados ellos mismos al
mal, están inclinados a tratar severamente a los tentados y errantes. No pueden
leer el corazón, no conocen su lucha ni dolor. Necesitan aprender acerca del
reproche que es amor, del golpe que hiere para sanar, de la amonestación que
expresa esperanza. . .
La transformación de Pedro fue un milagro de la ternura divina.
Es la lección de una vida para todos los que tratan de seguir las pisadas del Maestro de los maestros (La Educación, págs. 83- 86). 314
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVtrbL52hGjPNaJMDGwACpWZ
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