Mat. 27:26-33.
Y llevándole, tomaron a
cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para
que la llevase tras Jesús. (Luc. 23:26).
Jesús apenas había
pasado la puerta de la casa de Pilato cuando la cruz que había sido preparada
para Barrabás fue traída y colocada sobre sus magullados y sangrantes hombros. Había
sostenido su carga por unas pocas varas, cuando, a causa de la pérdida de
sangre y cansancio y dolor excesivos, cayó desmayado en tierra. Cuando volvió
en sí, se le colocó nuevamente la cruz sobre los hombros y fue obligado a
avanzar.
Se tambaleó por unos
pocos pasos, sosteniendo su pesada carga, y luego cayó al suelo como muerto. Los
sacerdotes y gobernantes no sentían compasión por su víctima sufriente, pero
vieron que era imposible que llevara el instrumento de tortura más lejos. Estaban
perplejos tratando de encontrar a alguien que quisiera humillarse a llevar la
cruz hasta el lugar de la ejecución (Manuscrito 127, sin fecha).
La multitud que seguía
al Salvador al Calvario lo vituperaba y denigraba porque no podía llevar la
cruz de madera. Todos vieron los pasos débiles y tambaleantes de Cristo, pero
no manifestaban compasión los corazones de aquellos que habían avanzado de una
etapa a otra maltratando y torturando al Hijo de Dios. . .
Un forastero, Simón
Cireneo, que llegaba del campo a la ciudad, oye a la muchedumbre mofándole y
maldiciendo; oye el despectivo refrán: "Abrid paso al Rey de los
judíos". Se detiene asombrado ante la escena, y al expresar su compasión
en palabras y hechos, se apoderan de él y lo obligan a cargar la cruz que es
demasiado pesada para Cristo. . . La cruz de madera llevada por él al Calvario
fue lo que indujo a Simón a tomar sobre sí la cruz de Cristo por su propia
voluntad, a llevarla siempre alegremente. Su camaradería forzada con Cristo al
llevar su cruz al Calvario, al contemplar la triste y terrible escena y a los
espectadores al pie de la cruz, fue el medio que sirvió para atraer su corazón
a Jesús. Cada palabra de los labios de
Jesús se grabó en su alma. . . y el corazón de Simón creyó (Manuscrito 103,
1897). 326
AUDIO:
https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVtrbL52hGjPNaJMDGwACpWZ
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