Ninguno puede servir a dos señores; porque o
aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No
podéis servir a Dios y a las riquezas. (Mat. 6:24).
Tan gradual fue la apostasía de Salomón que antes
de que él se diera cuenta de ello, se había extraviado lejos de Dios. Casi
imperceptiblemente comenzó a confiar cada vez menos en la dirección y bendición
divinas, y cada vez más en su propia fuerza. . .
Embargado por un deseo avasallador de superar en
ostentación a las demás naciones, el rey pasó por alto la necesidad de adquirir
belleza y perfección de carácter. Al procurar glorificarse delante del mundo,
perdió su honor e integridad. . .
El espíritu concienzudo y considerado que había
señalado su trato con el pueblo durante la primera parte de su reinado, había
cambiado. Después de haber sido el
gobernante más sabio y más misericordioso, degeneró en un tirano. Antes había
sido para el pueblo un guardián compasivo y temeroso de Dios; pero llegó a ser
opresor y déspota (Profetas y Reyes, pág. 39).
Los hombres que manejan sumas de dinero deben
aprender una lección de la historia de Salomón. Los que viven en forma
desahogada están en continuo peligro de pensar que el dinero y la posición les
asegurarán el respeto ajeno, y no necesitan ser tan escrupulosos. Pero la
exaltación propia es sólo una burbuja. Al usar mal los talentos otorgados,
Salomón apostató de Dios. Cuando Dios da prosperidad a los hombres, ellos deben
tener cuidado de no seguir las imaginaciones de sus propios corazones, no sea
que hagan peligrar la simplicidad de su fe y malogren su experiencia religiosa
(Manuscrito 40, 1898).
La lección que debemos sacar de la historia de esta vida pervertida es la necesidad de llevarnos continuamente de los consejos de Dios, vigilar cuidadosamente la tendencia de nuestra conducta y reformar cada hábito que pueda alejarnos de Dios.
Nos enseña que se necesita gran prudencia, vigilancia y oración para mantener limpia la sencillez y pureza de nuestra fe. Si queremos elevarnos hasta la más alta excelencia moral, y alcanzar la perfección del carácter religioso, ¡que discriminación tendremos que hacer al formar amistades y al elegir una compañía para las vidas!
(SDA Bible Commentary, tomo
2, pág. 1031). 194
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVupcUMRdHnWA291W3mrLnNh
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