miércoles, 14 de julio de 2021

14. “TODO ISRAEL CON EL” (LA DIVISIÓN DEL REINO) VII. CONFLICTO Y VALOR (EGW).

2 Crón. 12.

Cuando Roboam había consolidado el reino, dejó la ley de Jehová y todo Israel con él. (2 Crón. 12:1).

El despilfarro cometido por Salomón durante su apostasía le había inducido a imponer al pueblo contribuciones gravosas y a exigirle muchos servicios. . . Si Roboam y sus inexpertos consejeros hubiesen comprendido la voluntad divina con referencia a Israel, habrían escuchado al pueblo cuando pidió reformas decididas en la administración del gobierno. Pero durante la hora oportuna, en la asamblea de Siquem, no razonaron de la causa al efecto. . .

La pluma inspirada nos ha dejado la triste constancia de que el sucesor de Salomón no ejerció una influencia enérgica en favor de la lealtad a Jehová. A pesar de ser por naturaleza de una voluntad fuerte y egoísta, lleno de fe en sí mismo y propenso a la idolatría, si hubiese puesto toda su confianza en Dios habría adquirido fuerza de carácter, fe constante y sumisión a los requerimientos divinos. Pero con el transcurso del tiempo, el rey puso su confianza en el poder de su cargo y en las fortalezas que había creado. Poco a poco fue cediendo a las debilidades que había heredado, hasta poner su influencia por completo del lado de la idolatría. . .

¡Cuán tristes y rebosantes de significado son las palabras "y con él todo Israel"! 

El pueblo al cual Dios había escogido para que se destacase como luz de las naciones circundantes, se apartaba de la Fuente de su fuerza y procuraba ser como las naciones que le rodeaban. Así como con Salomón, sucedió con Roboam: la influencia del mal ejemplo extravió a muchos.

Y lo mismo sucede hoy en mayor o menor grado con todo aquel que se dedica a hacer el mal: no se limita al tal la influencia del mal proceder. Nadie vive para sí. Nadie perece solo en su iniquidad. Toda vida es una luz que alumbra y alegra la senda ajena, o una influencia sombría y desoladora que lleva hacia la desesperación y la ruina. 

Conducimos a otros hacia arriba, a la felicidad y la vida inmortal, o hacia abajo, a la tristeza y a la muerte eterna. Y si por nuestras acciones fortalecemos o ponemos en actividad las potencias que tienen para el mal los que nos rodean, compartimos su pecado (Profetas y Reyes, págs. 65, 66, 68, 69). 202

AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVukDTje2DM2TCaxoRZtAmIP

 

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