La bendición de Jehová es la que enriquece, y no
añade tristeza con ella. (Prov. 10:22).
Muchos envidiaban la popularidad y la abundante
gloria de Salomón, pensando que debía ser el más feliz de todos los hombres. Pero
en medio de toda esa gloria de ostentación artificial, el hombre envidiado era
aquel al cual debía tenérsele mayor compasión. Su semblante está triste por la
desesperación. Todo el esplendor que lo rodea se le antoja una burla de la pena
y la angustia de sus pensamientos a medida que recuerda su vida malgastada en
buscar la felicidad mediante la complacencia y la satisfacción egoísta de cada
deseo (SDA Bible Commentary, tomo 2, pág. 1030).
El peligro acecha en medio de la prosperidad. A
través de los siglos, las riquezas y los honores han hecho peligrar la humildad
y la espiritualidad.
No es la copa vacía la que nos cuesta llevar; es la
que rebosa la que debe ser llevada con cuidado.
La aflicción y la adversidad pueden ocasionar
pesar; pero es la prosperidad la que resulta más peligrosa para la vida
espiritual.
A menos que el súbdito humano esté constantemente
sometido a la voluntad de Dios, a menos que esté santificado por la verdad, la
prosperidad despertará la inclinación natural a la presunción.
En el valle de la humillación, donde los hombres
dependen de que Dios les enseñe y guíe cada uno de sus pasos, están
comparativamente seguros. Pero los hombres que están, por así decirlo, en un
alto pináculo, y quienes, a causa de su posición, son considerados como
poseedores de gran sabiduría, éstos son los que arrostran el peligro mayor. A
menos que tales hombres confíen en Dios, caerán.
Cuando quiera que se entreguen al orgullo y la
ambición, su vida se mancilla, porque el orgullo, no sintiendo necesidad
alguna, cierra su corazón a las bendiciones infinitas del Cielo. El que procura
glorificarse a sí mismo se encontrará destituido de la gracia de Dios, mediante
cuya eficiencia se adquieren las riquezas más reales y los goces más
satisfactorios. Pero el que lo hace todo para Cristo, conocerá el cumplimiento
de la promesa: "La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade
tristeza con ella" (Profetas y Reyes, pág. 43).
Todos los pecados y excesos de Salomón pueden ser
atribuidos a su gran error que consistió en dejar de confiar en Dios para tener
sabiduría y andar en humildad delante de él (SDA Bible Commentary, tomo 2, pág.
1031). 195
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVupcUMRdHnWA291W3mrLnNh
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