Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios. (Daniel 3:28).
En su maravillosa liberación quedó desplegado, ante la vasta asamblea, el poder y la majestad de Dios.
Jesús mismo se colocó a su lado en el horno ardiente, y por la gloria de su presencia convenció al orgulloso monarca de Babilonia de que no podía ser otro sino el Hijo de Dios.
La luz del cielo había estado reflejándose en Daniel y sus compañeros, hasta que todos sus asociados captaron la fe que ennoblecía su vida y hermoseaba su carácter.
Por la liberación de sus fieles siervos, el Señor declara que El apoyará a los oprimidos, y derrocará todos los poderes que quieren hollar la autoridad del Dios del cielo.
¡Qué lección se da aquí a los medrosos, los vacilantes, los cobardes en la causa de Dios! ¡Qué ánimo para los que no se dejan desviar del deber por las amenazas o el peligro!
Estos caracteres fieles y perseverantes ejemplifican la santificación, aunque no pretenden reclamar este alto honor. La cantidad de bien que puede realizarse por medio de los cristianos comparativamente oscuros pero devotos, no puede estimarse hasta que los registros de la vida sean publicados, cuando el Juez se siente y los libros se abran.
Cristo identifica su interés con esta clase; Él no se avergüenza de llamarlos hermanos.
Debería haber centenares de personas donde ahora hay una sola, tan estrechamente aliadas con Dios, que tengan sus vidas en tan completa conformidad con su voluntad, que sean luces brillantes, totalmente santificadas en alma, cuerpo y espíritu.
Continúa el conflicto entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas. Los que se llaman del nombre de Cristo deben sacudir el letargo que debilita sus esfuerzos, y deben hacer frente a las tremendas responsabilidades que recaen sobre ellos.
Todos los que hagan esto pueden esperar que el poder de Dios les sea revelado. El Hijo de Dios, el Redentor del mundo, será representado en las palabras y en las obras de ellos, y el nombre de Dios será glorificado.
-La edificación del carácter, págs. 50-52.
Como en los días de Sadrac, Mesac y Abed-nego, en el período final de la historia de esta tierra, el Señor obrará poderosamente en favor de aquellos que se mantengan firmemente en lo recto. El que anduvo con los notables hebreos en el horno de fuego acompañará a sus seguidores dondequiera que estén... Sus escogidos permanecerán inconmovibles. -Profetas y reyes, pág. 376. RJ80/EGW/MHP 81
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=hcN3ptgUz-E&list=PLtrFh-HO7ogAse7AivMOQVZcSkRU3uK8P&index=15&pp=sAQB
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