Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! (Mateo 25:6).
Cristo está sentado con sus discípulos sobre el Monte de las Olivas.
El sol se ha puesto detrás de las montañas y las sombras de la noche, a manera de cortina, cubren los cielos.
A plena vista se halla una casa profusamente iluminada, cual si lo fuera para alguna fiesta. La luz irradia en raudales de sus aberturas, y un grupo expectante aguarda en torno de ella, indicando que está a punto de aparecer una procesión nupcial.
En muchos lugares del Oriente, las fiestas de bodas se realizan por la noche.
El novio va al encuentro de su prometida y la trae a su casa.
A la luz de las antorchas la procesión nupcial va de la casa del padre de la esposa a la del esposo donde se ofrece una fiesta a los huéspedes invitados.
En la escena que Cristo contempla, un grupo de personas está esperando la aparición de los novios y su séquito con la intención de unirse a la procesión.
Cerca de la casa de la novia se hallan diez doncellas vestidas de blanco.
Cada una lleva una lámpara encendida y una pequeña vasija para aceite.
Todas están esperando con ansiedad la aparición del esposo.
Pero se produce una demora. Transcurre una hora tras otra, y las que están esperando se cansan y se duermen.
A la media noche se oye un clamor: "¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!" De repente se despiertan las que dormían y saltan sobre sus pies.
Ven la procesión que avanza, alumbrada por las antorchas y alegrada por la música. Oyen la voz del esposo y de la esposa.
Las diez vírgenes toman sus lámparas y comienzan a acondicionarlas, apresurándose a marchar.
Pero cinco de ellas no habían llenado sus vasijas de aceite.
No presumieron que habría una demora tan larga, y no se habían preparado para la emergencia.
Afligidas, se dirigen a sus compañeras más prudentes, diciendo: "Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan".
Pero las otras cinco, con sus lámparas recién aderezadas, habían vaciado sus vasijas.
No tienen aceite de sobra, y responden: "Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas"(Mateo 25:8, 9).
Mientras iban a comprar, la procesión avanzó y las dejó atrás.
Las cinco que tenían sus lámparas encendidas se unieron a la muchedumbre, entraron en la casa con el séquito nupcial, y la puerta se cerró.
Cuando las vírgenes fatuas llegaron al salón del banquete, recibieron un rechazamiento inesperado...
Mientras Cristo estaba sentado mirando el grupo que esperaba al esposo, contó a sus discípulos la historia de las diez vírgenes, para ilustrar con ese suceso la experiencia de la iglesia que viviría precisamente antes de su segunda venida.
-Palabras de vida del gran Maestro, págs. 335, 336. RJ201/EGW/MHP 202
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=BzoBdweCdSY&list=PLtrFh-HO7ogBX3lJ-BVlf4v1fLk5TmqV6&index=14&pp=sAQB
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