Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. (Marcos 16:20).
Así como Cristo envió a sus discípulos, envía hoy a los miembros de su iglesia.
El mismo poder que tenían los apóstoles, es para ellos. Si quieren hacer de Dios su fortaleza, El obrará con ellos, y no trabajarán en vano. Comprendan que la obra en la cual están empeñados tiene el sello del Señor.
Dios dijo a Jeremías: "No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande.
No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová". Entonces el Señor extendió su mano y tocó la boca de su siervo diciendo: "He aquí he puesto mis palabras en tu boca" (Jeremías1:7-9).
Y nos invita a salir para anunciar las palabras que nos ha dado, sintiendo su toque santo sobre nuestros labios.
Cristo dio a la iglesia un cometido sagrado. Cada miembro debe ser un medio por el cual Dios pueda comunicar al mundo los tesoros de su gracia, las inescrutables riquezas de Cristo.
No hay nada que el Salvador desee tanto como instrumentos que representen ante el mundo su Espíritu y su carácter.
No hay nada que el mundo necesite más que la manifestación del amor del Salvador por medio de seres humanos.
Todo el cielo está esperando a los hombres y las mujeres por medio de los cuales Dios pueda revelar el poder del cristianismo.
La iglesia es el instrumento de Dios para la proclamación de la verdad, facultada por El para hacer una obra especial; y si es leal y obediente a todos sus mandamientos, se hallará en ella la excelencia de la gracia divina.
Si manifiesta verdadera fidelidad, si honra a Jehová, Dios de Israel, no habrá poder capaz de resistirle.
El celo por Dios y su causa indujo a los discípulos a ser testigos del Evangelio de su gran poder.
¿No debería un celo semejante encender en nuestros corazones la determinación de relatar la historia del amor redentor, de Cristo, y Cristo crucificado?
Es privilegio de todo cristiano no sólo esperar, sino apresurar la venida del Salvador.
Si la iglesia estuviera dispuesta a vestirse con la justicia de Cristo, apartándose de toda alianza con el mundo, se extendería ante ella la alborada de un día brillante y glorioso.
La promesa que Dios le hizo permanecerá firme para siempre.
Hará de ella una excelencia eterna, un regocijo para muchas generaciones...
Cuando el mensaje de Dios enfrenta la oposición, Él le da fuerza adicional, para que pueda ejercer mayor influencia.
Dotado de
energía divina, se abrirá paso a través de las más fuertes
barreras, y triunfará frente a todo obstáculo.
-Los hechos de los apóstoles, págs. 494, 495. RJ217/EGW/MHP 218
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=G94rTGuLMqk&list=PLtrFh-HO7ogBX3lJ-BVlf4v1fLk5TmqV6&index=30&pp=sAQB
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