Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. (2 Pedro 1:16).
El apóstol estaba bien preparado para hablar de los propósitos de Dios con respecto a la raza humana; porque durante el ministerio terrenal de Cristo había visto y oído muchas cosas relativas al reino celestial.
"Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas -recordó a los creyentes-, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo" (2Pedro 1:16-18).
Por muy convincente que fuera esta evidencia de la certidumbre de la esperanza de los creyentes, había otra aún más convincente en el testimonio de la profecía, por medio de la cual la fe de todos podía ser confirmada y asegurada firmemente.
"Tenemos también -declaró Pedro- la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2Pedro 1:19-21).
Mientras exaltaba "la palabra profética más segura" como una guía cierta en tiempos de peligro, el apóstol advirtió solemnemente a la iglesia contra la antorcha de la falsa profecía, que sería levantada por "falsos maestros", que introducirían "encubiertamente herejías destructoras, y aun" negarían "al Señor" (2Pedro 2:1).
A esos falsos maestros, que surgirían en la iglesia y serían considerados como verdaderos por muchos de los hermanos en la fe, el apóstol los compara a "fuentes sin agua, y nubes empujadas por la tormenta; para los cuales la más densa oscuridad está reservada para siempre" (2Pedro 2:17).
"…Su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado" (2Pedro 2:20,21)...
No todos, sin embargo, serían entrampados por los artificios del enemigo.
Cuando el fin de todas las cosas terrenales estuviera cerca, habría fieles miembros capaces de discernir las señales de los tiempos.
Aunque un gran número de profesos creyentes negarían su fe por medio de sus obras, habría un remanente que perseveraría hasta el fin... "Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz" (2Pedro 3:14).
-Los hechos de
los apóstoles, págs. 441-443. RJ213/EGW/MHP 214
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=-9kl_sMIZxs&list=PLtrFh-HO7ogBX3lJ-BVlf4v1fLk5TmqV6&index=26&pp=sAQB
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