Juec. 7: 4-23.
Y Jehová dijo a Gedeón: Aún es mucho el pueblo;
llévalos a las aguas, y allí te los probaré; y del que yo te diga: Vaya éste
contigo, irá contigo; mas de cualquiera que yo te diga: Este no vaya contigo,
el tal no irá. (Juec. 7: 4).
El pueblo, esperando atacar inmediatamente al
enemigo, fue conducido a la orilla del agua. Algunos tomaron apresuradamente un
poco de agua en la mano, y la sorbieron mientras caminaban; pero casi todos se
hincaron, y bebieron a sus anchas de la superficie del arroyo, Aquellos que
tomaron el agua en la mano no fueron sino trescientos entre diez mil; no
obstante, fueron elegidos, y al resto se les permitió volver a sus hogares.
El carácter se prueba a menudo por los medios más sencillos. Los que en un momento de peligro se empeñaban en suplir sus propias necesidades, no eran hombres en quienes se podía confiar en una emergencia. El Señor no tiene en su obra cabida para los indolentes y para los que suelen complacer el apetito. Escogió a los hombres que no permitieron que sus propias necesidades les hicieran demorar el cumplimiento del deber.
No sólo poseían
valor y dominio de sí mismos los trescientos hombres elegidos, sino que eran
también hombres de fe. No los había contaminado la idolatría. Dios podía
dirigirlos, y por su medio librar a Israel. El éxito no depende del número. Tanto
puede Dios libertar por medio de pocos como de muchos. No le honra tanto el
gran número como el carácter de quienes le sirven (Patriarcas y Profetas, págs.
592, 593).
Todos los que quieran ser soldados de la cruz de
Cristo, deben cubrirse con la armadura y prepararse para el conflicto. No
debieran intimidarse por las amenazas o aterrorizarse por los peligros. Deben
ser cautelosos en el peligro, y sin embargo firmes y valientes al enfrentar al
adversario y presentar batalla por Dios. La consagración del seguidor de Cristo
debe ser completa. Padre, madre, esposa, hijos, casas, tierras, todo debe ser
dejado en segundo lugar por la obra y la causa de Dios. Debe estar dispuesto a
soportar pacientemente, con alegría, con gozo, todo lo que sea llamado a sufrir
por la providencia de Dios. Su recompensa final será compartir con Cristo el
trono de gloria inmortal (SDA Bible Comentary, T2. 1003). 129
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVvQkauGCmfkOTnql5_KcHyC
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