1 Sam. 12.
Y él les dijo: Jehová es testigo contra vosotros, y
su ungido también es testigo en este día, que no habéis hallado cosa alguna en
mi mano. (1 Sam. 12: 5).
El anhelo insatisfecho de poder y ostentación
mundanos es tan difícil de curar ahora como en los días de Samuel.
Los cristianos se esfuerzan por construir como construye el mundo, vestirse como se viste el mundo, imitar las costumbres y prácticas de los que adoran solamente al dios de este mundo. Las instrucciones de la Palabra de Dios, los consejos y amonestaciones de sus siervos, y aun las advertencias enviadas directamente desde su trono, parecen impotentes para vencer esta indigna ambición.
Cuando el corazón está alejado de Dios, casi cualquier
pretexto es suficiente para justificar un desconocimiento de su autoridad (SDA
Bible Commentary, tomo 2, pág. 1013).
Rara vez se aprecia a los hombres más útiles. Con
frecuencia los que han trabajado más activa y abnegadamente por su prójimo y
que han sido instrumentos para obtener los mayores resultados, reciben como
pago ingratitud y desdén. Cuando estos hombres se ven dejados a un lado y sus
consejos desdeñados y despreciados, pueden sentir que están soportando una gran
injusticia. Pero aprendan del ejemplo de
Samuel a no justificarse o vindicarse por sí mismos, a menos que el Espíritu de
Dios los impulse claramente a un curso de acción tal (Ibid.).
El honor tributado al que concluye su obra es de
mucho más valor que el aplauso y las congratulaciones que reciben los que
apenas están comenzando sus deberes y que aún deben ser probados (Id., pág.
1014).
¿Cuántos hombres que hayan ocupado una posición de
responsabilidad como la de ser jueces, pueden decir al jubilarse, refiriéndose
a su integridad: "Quién de vosotros me convence de pecado? ¿Quién puede
probar que me he apartado de la justicia para aceptar sobornos? Nunca he
manchado mi reputación de hombre que hace juicio y justicia". ¿Quién hoy
en día puede decir lo que dijo Samuel cuando se estaba despidiendo del pueblo
de Israel, porque estaban decididos a tener un rey?. . . ¡Valiente, noble
juez! Pero es algo triste que un hombre
completamente íntegro deba humillarse a hacer él mismo su propia defensa (Id.,
pág. 1014). 148
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVthz1LUwlEutEq2CT7cW3WG
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