Juec. 15.
Y él comenzará a salvar a Israel de mano de los
filisteos. (Juec. 13: 5).
La promesa de Dios de que por medio de Sansón
comenzaría "a salvar a Israel de manos de los filisteos" se cumplió;
pero ¡cuán sombría y terrible es la historia de esa vida que habría podido
alabar a Dios y dar gloria a la nación! Si Sansón hubiera sido fiel a su
vocación divina, se le habría honrado y ensalzado, y el propósito de Dios se
habría cumplido. Pero él cedió a la tentación y no fue fiel a su cometido, y su
misión se cumplió en la derrota, la servidumbre y la muerte.
Físicamente, fue Sansón el hombre más fuerte de la
tierra; pero en lo que respecta al dominio de sí mismo, la integridad y la
firmeza, fue uno de los más débiles. Muchos consideran erróneamente las
pasiones fuertes como equivalentes de un carácter fuerte; pero lo cierto es que
el que se deja dominar por sus pasiones es un hombre débil. La verdadera
grandeza de un hombre se mide por el poder de las emociones que él domina, y no
por las que le dominan a él.
El cuidado providencial de Dios había asistido a
Sansón, para que pudiera prepararse y realizar la obra para la cual había sido
llamado. Al principio mismo de la vida se vio rodeado de condiciones favorables
para el desarrollo de su fuerza física, vigor intelectual y pureza moral. Pero
bajo la influencia de amistades y relaciones impías, abandonó aquella confianza
en Dios que es la única seguridad del hombre, y fue arrebatado por la marea del
mal. Los que mientras cumplen su deber son sometidos a pruebas pueden tener la
seguridad de que Dios los guardará; pero si los hombres se colocan
voluntariamente bajo el poder de la tentación, caerán tarde o temprano.
Aquellos mismos a quienes Dios quiere usar como sus
instrumentos para una obra especial son los que con todo su poder Satanás
procura extraviar. Nos ataca en nuestros puntos débiles y obra por medio de los
defectos de nuestro carácter para obtener el dominio de todo nuestro ser, pues
sabe que si conservamos estos defectos él tendrá éxito. Pero nadie necesita ser
vencido. No se le deja solo al hombre para que venza el poder del mal mediante
sus débiles esfuerzos. Hay ayuda puesta a su disposición, y ella será dada a
toda alma que realmente la desee (Patriarcas y Profetas, págs. 612, 613). 133
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVvB82R0AOwjMNfRTLYsv9JL
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