2 Rey. 13:14-20.
Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que
mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque
sus obras con ellos siguen. (Apoc. 14:13).
No le tocó a Eliseo seguir a su maestro en un carro
de fuego. Dios permitió que le aquejase una enfermedad prolongada. Durante las
largas horas de debilidad y sufrimiento humanos, su fe se aferró a las promesas
de Dios, y contemplaba constantemente en derredor suyo a los mensajeros celestiales
de consuelo y paz. Así como en las alturas de Dotán se había visto rodeado por
las huestes del cielo, con los carros y los jinetes de fuego de Israel, estaba
ahora consciente de la presencia de los ángeles que simpatizaban con él; y esto
le sostenía.
Durante toda su vida había ejercitado una fe
fuerte; y mientras progresaba en el conocimiento de las providencias y la
bondad misericordiosa del Señor, su fe había madurado en una confianza
permanente en su Dios; y cuando la muerte le llamó, estaba listo para entrar a
descansar de sus labores. . .
Con el salmista, Eliseo pudo decir con toda
confianza: "Empero Dios redimirá mi vida del poder de la sepultura, cuando
me tomará". Y con regocijo pudo testificar: "Yo sé que mi Redentor
vive, y al fin se levantará sobre el polvo". "Yo en justicia veré tu
rostro: seré saciado cuando despertare a tu semejanza" (Profetas y Reyes,
pág. 197).
Cristo reclama como suyos a todos los que han
creído en su nombre. El poder vitalizador del Espíritu de Cristo que mora en el
cuerpo mortal, vincula a cada alma creyente a Jesucristo. Los que creen en
Jesús son sagrados para su corazón, porque su vida está oculta con Cristo en
Dios. . .
¡Qué mañana gloriosa será la de la resurrección! ¡Qué maravillosa escena ocurrirá cuando Cristo venga para ser admirado por los que creen! Todos los que participaron de la humillación y los sufrimientos de Cristo también participarán de su gloria.
Mediante la resurrección de Cristo,
cada santo creyente que duerma en Jesús surgirá triunfante de su prisión. Los
santos resucitados proclamarán: "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?
¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" (1 Cor. 15:55) (2MS, págs. 309, 310). 230
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuaBfeL-S2CDJEXjK4GLNC5
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