Mar. 3:13-19.
Y estableció a doce, para que estuviesen con
él, y para enviarlos a predicar. (Mar. 3:14).
En estos primeros discípulos se observaba una
notable diversidad de caracteres. Habían de ser los maestros del mundo, y
representaban tipos de carácter muy variados.
Eran ellos, Leví Mateo, el publicano,
sacado de una vida de actividad comercial, al servicio de Roma; Simón el
celote, enemigo inflexible de la autoridad imperial; el impulsivo,
arrogante y afectuoso Pedro; su hermano Andrés; Judas, de
Judea, pulido, capaz y de espíritu ruin;
Felipe y Tomás, fieles y fervientes, aunque de corazón tardo
para creer; Santiago el menor y Judas, de menos prominencia entre los
hermanos, pero hombres de fuerza y positivos tanto en sus faltas como en sus
virtudes; Natanael, semejante a un niño en sinceridad y confianza; y
los hijos de Zebedeo, afectuosos y ambiciosos. . .
De los doce discípulos, cuatro habían de
desempeñar una parte importante en distintos sentidos. Previendo todo, Cristo
les enseñó para prepararlos.
Santiago, destinado a una pronta muerte por
decapitación; Juan, el que de los dos hermanos seguiría por más tiempo a su
Maestro en trabajos y persecuciones;
Pedro el primero que derribaría barreras seculares
y enseñaría al mundo pagano; y Judas, que en el servicio era capaz de
sobrepasar a sus hermanos y sin embargo abrigaba en su alma propósitos cuyos
frutos no vislumbraba (La Educación, 81, 82).
A fin de llevar adelante con éxito la obra a
la cual habían sido llamados, estos discípulos, que diferían tanto en sus
características naturales, en su educación, y en sus hábitos de vida,
necesitaban llegar a la unidad de sentimiento, pensamiento y acción.
Cristo se proponía obtener esta unidad. . . La
preocupación de su trabajo por ellos está expresada en la oración que dirigió a
su Padre: "Para que todos ellos sean uno; así como tú, oh Padre, eres en
mí, y yo en ti, para que ellos también sean uno en nosotros" (Id., pág.
82).
En los apóstoles de nuestro Señor no había
nada que les pudiera reportar gloria. Era evidente que el éxito de sus labores
se debía únicamente a Dios. La vida de estos hombres, el carácter que
adquirieron y la poderosa obra que Dios realizó mediante ellos, atestiguan lo
que él hará por aquellos que reciban sus enseñanzas y sean obedientes (El
Deseado de Todas las Gentes, págs. 215, 216). 289
AUDIO:
https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVtrbL52hGjPNaJMDGwACpWZ
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