Entonces llamando a sus discípulos, les dijo:
De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en
el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza
echó todo lo que tenía, todo su sustento. (Mar. 12:43,44).
Jesús estaba en el atrio donde se hallaban los
cofres del tesoro, y miraba a los que venían para depositar sus donativos. Muchos
de los ricos traían sumas elevadas, que presentaban con gran ostentación. Jesús
los miraba tristemente, pero sin hacer comentario acerca de sus ingentes ofrendas.
Luego su rostro se iluminó al ver a una pobre
viuda acercarse con vacilación, como temerosa de ser observada. . . Aprovechando
su oportunidad, echó apresuradamente sus dos blancas y se dio vuelta para irse.
Pero al hacerlo, notó que la mirada de Jesús se fijaba con fervor en ella.
El Salvador llamó a sí a sus discípulos, y les
pidió que notasen la pobreza de la viuda. Entonces sus palabras de elogio
cayeron en los oídos de ella. . . Lágrimas de gozo llenaron sus ojos al sentir
que su acto era comprendido y apreciado. . . Jesús comprendía el motivo de
ella.
Ella creía que el servicio del templo era
ordenado por Dios, y anhelaba hacer cuanto pudiese para sostenerlo. Hizo lo que
pudo, y su acto había de ser un monumento a su memoria para todos los tiempos, y
su gozo en la eternidad. Su corazón
acompañó a su donativo, cuyo valor se había de estimar, no por el de la moneda,
sino por el amor hacia Dios y el interés en su obra que había impulsado la
acción. . . Los ricos habían dado de su abundancia, muchos de ellos para ser
vistos y honrados de los hombres.
Sus grandes donativos no los habían privado de
ninguna comodidad, ni siquiera de algún lujo; no habían requerido sacrificio
alguno y no podían compararse en valor con las blancas de la viuda. . .
El ejemplo de abnegación de esa mujer ha
obrado y vuelto a obrar en miles de corazones en todo país, en toda época. Ha
impresionado tanto a ricos como a pobres, y sus ofrendas han aumentado el valor
de su donativo.
La bendición de Dios sobre las blancas de la
viuda ha hecho de ellas una fuente de grandes resultados. Así también sucede
con cada don entregado y todo acto realizado con un sincero deseo de glorificar
a Dios. Está vinculado con los propósitos de la Omnipotencia. Nadie puede medir
sus resultados para el bien (DTG 566-568).
304
AUDIO:
https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVtrbL52hGjPNaJMDGwACpWZ
No hay comentarios.:
Publicar un comentario