Luc. 7: 36-50.
Porque el amor de
Cristo nos constriñe. (2 Cor. 5:14).
Cristo se deleitó en el
ardiente deseo de María de hacer bien a su Señor. Aceptó la abundancia del
afecto puro mientras que sus discípulos no lo comprendieron ni quisieron
comprenderlo.
El deseo que María
tenía de prestar este servicio a su Señor era de más valor para Cristo que todo
el ungüento precioso del mundo, porque expresaba el aprecio de ella por el
Redentor del mundo. El amor de Cristo la constreñía. Llenaba su alma la sin par
excelencia del carácter de Cristo. Aquel ungüento era un símbolo del corazón de
la donante. Era la demostración exterior
de un amor alimentado por las corrientes celestiales hasta que desbordaba.
El acto de María era
precisamente la lección que necesitaba los discípulos para mostrarle que la
expresión de su amor a Cristo le alegraría. Él había sido todo para ellos, y no
comprendían que pronto serían privados de su presencia, que pronto no podrían
ofrecerle prueba alguna de gratitud por su grande amor. La soledad de Cristo,
separado de las cortes celestiales, viviendo la vida de los seres humanos,
nunca fue comprendida ni apreciada por sus discípulos como debiera haberlo
sido. . .
Su comprensión
posterior les dio una verdadera idea de las muchas cosas que hubieran podido
hacer para expresar a Jesús el amor y la gratitud de sus corazones. . . Cuando
ya no estaba con ellos. . . empezaron a ver como hubieran podido hacerle
atenciones que hubieran infundido alegría a su corazón. Ya no cargaron de
reproches a María, sino a sí mismos. ¡Oh, si hubiesen podido recoger sus
censuras, su presentación del pobre como más digno del don que Cristo! Sintieron
el reproche agudamente cuando quitaron de la cruz el cuerpo magullado de su
Señor.
La misma necesidad es evidente en nuestro mundo hoy. Son pocos los que aprecian todo lo que Cristo es para ellos. Si lo hicieran expresarían el gran amor de María, ofrendarían libremente el ungüento, y no lo considerarían un derroche.
Nada tendrían por demasiado
costoso para darlo a Cristo, ningún acto de abnegación o sacrificio personal
les parecería demasiado grande para soportarlo por amor a él (El Deseado de
Todas las Gentes, págs. 517, 518). 308
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVtrbL52hGjPNaJMDGwACpWZ
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