Mar. 1:16-20.
Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que
seáis pescadores de hombres. Y dejando luego sus redes, le siguieron. (Mar.
1:17,18).
Eran hombres humildes y sin letras aquellos
pescadores de Galilea; pero Cristo, la luz del mundo, tenía abundante poder
para prepararlos para la posición a la cual los había llamado.
El Salvador no menospreciaba la educación; porque,
cuando está regida por el amor de Dios y consagrada a su servicio, la cultura
intelectual es una bendición. Pero pasó por alto a los sabios de su tiempo,
porque tenían tanta confianza en sí mismos, que no podían simpatizar con la
humanidad doliente y hacerse colaboradores con el Hombre de Nazaret. En su
intolerancia, tuvieron en poco el ser enseñados por Cristo. El Señor Jesús
busca la cooperación de los que quieran ser conductos limpios para la
comunicación de su gracia. . .
Jesús eligió a pescadores sin letras porque no
habían sido educados en las tradiciones y costumbres erróneas de su tiempo. Eran
hombres de capacidad innata, humildes y susceptibles de ser enseñados; hombres
a quienes él podía educar para su obra.
En las profesiones comunes de la vida, hay muchos
hombres que cumplen sus trabajos diarios, inconscientes de que poseen
facultades que, si fuesen puestas en acción, los pondrían a la altura de los hombres
más estimados del mundo. Se necesita el toque de una mano hábil para despertar
estas facultades dormidas.
A hombres tales llamo Jesús para que fuesen sus
colaboradores; y les dio las ventajas de estar asociados con él. Nunca tuvieron
los grandes del mundo un maestro semejante. Cuando los discípulos terminaron su
período de preparación con el Salvador, no eran ya ignorantes y sin cultura;
habían llegado a ser como él en mente y carácter, y los hombres se dieron
cuenta de que habían estado con Jesús (DTG, págs.
214, 215).
El que llamó a los pescadores de Galilea está
llamando todavía a los hombres a su servicio. Y está tan dispuesto a manifestar
su poder por medio de nosotros como por los primeros discípulos. Por
imperfectos y pecaminosos que seamos el señor nos ofrece asociarnos consigo,
para que seamos aprendices de Cristo. Nos invita a ponernos bajo la instrucción
divina para que unidos con Cristo podamos realizar las obras de Dios (Id., pág.
264). 283
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVtrbL52hGjPNaJMDGwACpWZ
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