Mat. 26:3-13; Juan. 12:1-8.
Esta ha hecho lo que podía. (Mar. 14:8).
Simón de Betania era considerado discípulo de
Jesús. Era uno de los pocos fariseos que se habían unido abiertamente a los
seguidores de Cristo. Reconocía a Jesús como maestro y esperaba que fuese el
Mesías, pero no le había aceptado como Salvador. Su carácter no había sido
transformado; sus principios no habían cambiado.
Simón había sido sanado de la lepra, y era esto lo que le había atraído a Jesús. Deseaba manifestar su gratitud, y en ocasión de la última visita de Cristo a Betania ofreció un festín al Salvador y a sus discípulos. . . A un lado del Salvador, estaba sentado a la mesa Simón. . . y al otro lado Lázaro. . . Marta servía, pero María escuchaba fervientemente cada palabra que salía de los labios de Jesús.
En su misericordia, Jesús había perdonado sus pecados, había llamado de la tumba a su amado hermano, y el corazón de María estaba lleno de gratitud. Ella había oído hablar a Jesús de su próxima muerte, y en su profundo amor y tristeza había anhelado honrarle. A costa de gran sacrificio personal, había adquirido un vaso de alabastro de "nardo líquido de mucho precio" para ungir su cuerpo. Pero muchos declaraban que él estaba a punto de ser coronado rey. Su pena se convirtió en gozo y ansiaba ser la primera en honrar a su Señor. Quebrando el vaso de ungüento, derramó su contenido sobre la cabeza y los pies de Jesús, y llorando postrada le humedecía los pies con sus lágrimas y se los secaba con su larga y flotante cabellera. . .
Judas consideró este acto con gran disgusto. . . Preguntó: "¿Por qué no se ha vendido este ungüento por trescientos denarios, y se dio a los pobres? . . .". El murmullo circuyó la mesa: "¿Por qué se pierde esto? . . .". María oyó las palabras de crítica. . . Estaba por ausentarse sin ser elogiada ni excusada, cuando oyó la voz de su Señor: "Dejadla; ¿por qué la fatigáis?" . . . Elevando su voz por encima del murmullo de censura, dijo: "Buena obra me ha hecho; que siempre tendréis los pobres con vosotros, y cuando quisierais les podréis hacer bien; mas a mí no siempre me tendréis. Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura" (DTG. 511-514). 306
AUDIO:
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