En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti. (Salmos 119:11).
El primero y más alto deber de toda criatura racional es el de escudriñar la verdad en las Sagradas Escrituras y luego andar en la luz y exhortar a otros a que sigan su ejemplo.
Día tras día deberíamos estudiar diligentemente la Biblia, pesando cada pensamiento y comparando texto con texto. Con la ayuda de Dios debemos formarnos nuestras propias opiniones ya que tenemos que responder a Dios por nosotros mismos...
La comprensión de las verdades bíblicas no depende tanto de la potencia intelectual aplicada a la investigación, como de la sinceridad de propósitos y del ardiente anhelo de justicia que animan al estudiante.
Nunca se debería estudiar la Biblia sin oración. Sólo el Espíritu Santo puede hacernos sentir la importancia de lo que es fácil comprender, o impedir que nos apartemos del sentido de las verdades de difícil comprensión.
Hay santos ángeles que tienen la misión de influir en los corazones para que comprendan la Palabra de Dios, de suerte que la belleza de ésta nos embelese, sus advertencias nos amonesten y sus promesas nos animen y vigoricen. Deberíamos hacer nuestra la petición del salmista: "¡Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley!" (Salmo 119:18).
Muchas veces las tentaciones parecen irresistibles, y es porque se ha descuidado la oración y el estudio de la Biblia, y por ende no se pueden recordar luego las promesas de Dios ni oponerse a Satanás con las armas de las Santas Escrituras.
Pero los ángeles rodean a los que tienen deseos de aprender cosas divinas, y en situaciones graves traerán a su memoria las verdades que necesitan. "Porque vendrá el enemigo como río, más el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él" (Isaías 59:19).
Jesús prometió a sus discípulos "el Consolador, el Espíritu Santo, a quien -dijo- el Padre enviará en mi nombre", y agregó: "Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Juan 14:26).
Pero primero es preciso que las enseñanzas de Cristo hayan sido atesoradas en el entendimiento, si queremos que el Espíritu de Dios nos las recuerde en el momento de peligro...
Vivimos en el período más solemne de la historia de este mundo. La suerte de las innumerables multitudes que pueblan la tierra está por decidirse. Tanto nuestra dicha futura como la salvación de otras almas dependen de nuestra conducta actual. Necesitamos ser guiados por el Espíritu de Verdad...
Debemos tratar de adquirir actualmente una experiencia profunda y viva en las cosas de Dios, sin perder un solo instante. En torno de nosotros se están cumpliendo acontecimientos de vital importancia; nos encontramos en el terreno encantado de Satanás. No durmamos.
-El conflicto de los siglos, págs. 656-659. RJ108/EGW/MHP 109
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=7yLNTyCsjwY&list=PLtrFh-HO7ogCEh9XT9hiYgr7lRPj0RMz1&index=12&pp=sAQB
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