Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. (Efesios 4:7,8).
Jesús el Hijo de Dios se humilló a sí mismo
por nosotros, soportó la tentación por nosotros, venció en nombre de nosotros,
para mostrarnos cómo podemos vencer...
El Espíritu Santo fue prometido a quienes estuvieran luchando por la victoria, con demostración de todo el poder, dotando al instrumento humano con poderes sobrenaturales, e instruyendo al ignorante en los misterios del reino de Dios.
Que el Espíritu Santo sea el gran ayudador es una maravillosa promesa...
El Espíritu Santo impartido capacitó a sus discípulos, los apóstoles, para resistir firmemente contra toda clase de idolatría, y para exaltar al Señor y tan sólo a Él.
¿Quién, sino Jesucristo por medio de su Espíritu y poder divino, guió las plumas de los historiadores sagrados para que pudieran presentar al mundo el precioso registro de los dichos y la obra de Jesucristo?
El Espíritu Santo prometido, que El enviaría después de ascender a su Padre, está obrando constantemente para atraer la atención al gran sacrificio hecho en la cruz del Calvario.
Y para descubrir al mundo el amor de Dios al hombre, para abrir al alma convicta lo precioso de las Escrituras.
Y para iluminar las mentes oscurecidas con los brillantes rayos del Sol de justicia.
Las verdades que hagan que sus corazones ardan dentro de ellos con la inteligencia despertada por las verdades eternas.
¿Quién sino el Espíritu Santo presenta ante la mente la norma moral de justicia, convence de pecado, crea la tristeza que es según Dios que produce el arrepentimiento de que no hay que arrepentirse, e inspira el ejercicio de la fe en el Único que puede salvar de todo pecado?...
Ha de meditarse cuidadosamente sobre la vida de Cristo, y estudiarla constantemente con el deseo de entender la razón por la que Él tuvo que venir.
Sólo podemos formular nuestras conclusiones mediante el escudriñamiento de las Escrituras, tal como Cristo nos ha ordenado hacerlo, cuando dice "ellas son las que dan testimonio de mí" (Juan 5:39).
Podemos encontrar mediante la investigación de la Palabra las virtudes de la obediencia en contraste con la pecaminosidad de la desobediencia.
"Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos" (Romanos 5:19).
El jardín del Edén, con su sucia mancha de desobediencia, ha de estudiarse cuidadosamente, y compararse con el jardín del Getsemaní, donde el Redentor del mundo sufrió una agonía sobrehumana cuando los pecados del mundo entero pesaban sobre El. -Manuscrito 1, de 1892. RJ124/EGW/MHP 125
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=R-PuObGExYQ&list=PLtrFh-HO7ogCEh9XT9hiYgr7lRPj0RMz1&index=28&pp=sAQB
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