Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. (Efesios 6:16)
La fe significa confiar en Dios, creer que nos ama y sabe mejor qué es lo que nos conviene. Por eso nos induce a escoger su camino en lugar del nuestro.
En vez de nuestra ignorancia, acepta su sabiduría; en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez de nuestra pecaminosidad, su justicia.
Nuestra vida, nosotros mismos, ya somos suyos; la fe reconoce su derecho de propiedad, y acepta su bendición.
La verdad, la justicia y la pureza han sido señaladas como los secretos del éxito en la vida. Es la fe la que nos pone en posesión de estos principios.
Todo buen impulso o aspiración es un don de Dios; la fe recibe de Dios la única vida que puede producir desarrollo y eficiencia verdaderos.
Se debería explicar claramente cómo se puede ejercer fe.
Toda promesa de Dios tiene ciertas condiciones. Si estamos dispuestos a hacer su voluntad, toda su fuerza nos pertenece.
Cualquier don que nos prometa se encuentra en la promesa misma.
"La semilla es la palabra de Dios" (Lucas 8:11).
Tan ciertamente como se encuentra la semilla del roble en la bellota, se encuentra el don de Dios en su promesa. Si recibimos la promesa, recibimos el don.
La fe que nos capacita para recibir los dones de Dios es en sí misma un don del cual se imparte una porción a cada ser humano.
Aumenta a medida que se la usa para asimilar la Palabra de Dios.
A fin de fortalecer la fe debemos ponerla a menudo en contacto con la Palabra.
Al estudiar la Biblia, el estudiante debería ser inducido a ver el poder de la Palabra de Dios. En ocasión de la creación, "él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió" (Salmos 33:9)...
Considerada en su aspecto humano, la vida es para todos un sendero desconocido. Es un camino por el cual, en lo que a nuestras más íntimas experiencias se refiere, andamos solos.
Ningún otro ser humano puede penetrar plenamente en nuestra vida íntima.
Al emprender el niño ese viaje en el cual tarde o temprano deberá escoger su curso y decidir las consecuencias de la vida para la eternidad, ¡cuán ferviente debería ser el esfuerzo hecho para dirigir su fe al Guía y Ayudador infalible!
Como escudo contra la tentación e inspiración para ser puros y sinceros, ninguna influencia puede igualar a la de la sensación de la presencia de Dios.
"Todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta". "Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio" (Hebreos 4:13; Habacuc 1:13).
Este pensamiento fue el escudo de José en medio de la corrupción de Egipto.
Su respuesta a los atractivos de la tentación fue firme: "¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?" (Génesis 39:9).
La fe, si se la
cultiva, será un escudo para toda alma.
-La educación, págs. 253-255. RJ118/EGW/MHP 119
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=GfNLMZgDWbc&list=PLtrFh-HO7ogCEh9XT9hiYgr7lRPj0RMz1&index=22&pp=sAQB
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