También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar. (Lucas 18:1).
Hermanos y hermanas, recuerden que estamos viviendo en los umbrales del mundo eterno.
Los casos de todos están siendo tratados en las cortes celestiales, y es el momento oportuno para abandonar el pecado y obrar fervientemente para salvar a tantos como sea posible.
Entre el pueblo de Dios debería haber, en este tiempo, frecuentes momentos de oración sincera, ferviente.
La mente debería estar constantemente en actitud de oración.
En el hogar y en la iglesia, elévense oraciones fervientes en favor de quienes se han entregado a la predicación de la Palabra.
Oren los creyentes como lo hicieron los discípulos después de la ascensión de Cristo.
Los miembros de nuestras iglesias necesitan convertirse, volverse más inclinados a lo espiritual. Una cadena de creyentes fervientes que oren debe circundar el mundo. Oremos todos humildemente.
Unos pocos vecinos podrían unirse para orar por el Espíritu Santo.
Quienes no pueden dejar el hogar, reúnan a sus hijos, únanse para aprender a orar juntos.
Podrán reclamar la promesa del Salvador: "Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mateo 18:20)...
En respuesta a las oraciones del pueblo de Dios, se envían ángeles con bendiciones celestiales.
El Señor desea que tengamos más éxito en nuestros esfuerzos misioneros.
Por medio de la oración diaria y la consagración, todos pueden relacionarse tanto con su Padre celestial, que Él pueda concederles ricas bendiciones.
Especialmente los jóvenes en la fe necesitan estar despiertos y en guardia contra las estrategias de Satanás.
Deben aferrarse resueltamente a una fe inconmovible en el gran sacrificio expiatorio.
No necesitan continuar en el pecado. Por medio de la oración pueden recibir la gracia que los capacitará para vencer...
¡Cuánto más podría haberse realizado si el tiempo derrochado por el pueblo de Dios en encontrar faltas hubiera sido empleado en animarse unos a otros, y en el servicio activo!
¡Cuánto mejor es que las voces se unan en oración, en santo unísono, que emplearlas en encontrar faltas! -Review and Herald, 3 de enero de 1907.
Las mayores victorias de la iglesia de Cristo o del cristiano... son las victorias que se alcanzan en la cámara de audiencia con Dios, cuando la fe fervorosa y agonizante se ase del poderoso brazo de la omnipotencia. -Patriarcas y profetas, págs. 201, 202.
Lo que más necesitamos es... poder del
corazón, orar a Dios con fe por su poder transformador... No es el poder del
cerebro o el poder del dinero, sino el poder del corazón lo que la gente
necesita ahora. -Carta 20, de
1890. RJ 113/EGW/MHP 114
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=nXOlJEQhHwE&list=PLtrFh-HO7ogCEh9XT9hiYgr7lRPj0RMz1&index=17&pp=sAQB
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