Si
clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz; si como a la plata
la buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor de
Jehová, y hallarás el conocimiento de Dios. (Proverbios 2:3-5).
Debe haber fervoroso estudio y diligente investigación. Las percepciones claras y exactas de la verdad no serán nunca la recompensa de la indolencia. Ninguna bendición terrenal puede ser obtenida sin esfuerzo ferviente, paciente y perseverante.
Si los hombres quieren tener éxito en los negocios, deben tener la voluntad de obrar, y la fe para esperar los resultados. Y no podemos esperar obtener un conocimiento espiritual sin un trabajo activo.
Aquellos que desean encontrar los tesoros de la verdad deben cavar en busca de ellos como el minero, cava para hallar el tesoro escondido en la tierra.
Ningún trabajo frío e indiferente será provechoso.
Es esencial para los viejos y los jóvenes no solamente leer la Palabra de Dios, sino estudiarla con fervor y consagración, orando e investigando para hallar la verdad como tesoro escondido.
Los que hagan esto serán recompensados, pues Cristo avivará su inteligencia...
Nadie puede escudriñar las Escrituras con el Espíritu de Cristo y quedar sin recompensa.
Cuando el hombre esté dispuesto a ser instruido como un niñito, cuando se someta completamente a Dios, encontrará la verdad en su Palabra.
Si los hombres fueran obedientes comprenderían el plan del gobierno de Dios.
El mundo celestial abriría sus cámaras de gracia y de gloria a la exploración.
Los seres humanos serían totalmente diferentes de lo que son ahora; porque al explorar las minas de la verdad, los hombres quedarían ennoblecidos.
El misterio de la redención, la encarnación de Cristo, su sacrificio expiatorio, no serían, como ahora, vagos en nuestra mente. Serían no solamente mejor comprendidos, sino del todo más altamente apreciados.
En la oración que Cristo dirigió al Padre, dio al mundo una lección que debe ser grabada en la mente y el alma. "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (Juan 17:3).
Esta es la verdadera educación. Imparte poder. El conocimiento experimental de Dios y de Cristo Jesús, a quien Él ha enviado, transforma al hombre a la imagen de Dios.
Le da dominio propio, sujetando cada impulso y pasión de la baja naturaleza del gobierno de las facultades superiores de la mente. Convierte a su poseedor en hijo de Dios y heredero del cielo.
Lo pone en comunión con la mente del Infinito y le abre los ricos tesoros del universo.
Este es el conocimiento que se obtiene al escudriñar la Palabra de Dios.
Y este tesoro puede ser encontrado por toda alma que desea dar todo lo que posee por obtenerlo. -Palabras de vida del gran Maestro, págs. 82, 83. 85, 86. RJ109/EGW/MHP 110
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